viernes, 6 de septiembre de 2013

Maquiavelo en el supermercado

En un foro alguien ha publicado los "Diez trucos que usan los supermercados para engañarte". Voy a darlos por fidedignos, pese a que algunos suenan un tanto conspiranoicos, como eso de que los carritos tienden a desviarse a la izquierda, obligando a que los clientes los manejen con la zurda, y así tengan libre la derecha para alcanzar los productos. La conclusión que se desprende de todos estos trucos es que en nuestros días Maquiavelo se inspiraría no en Fernando el Católico, sino en Juan Roig. O por decirlo con un estremecimiento: ¡los supermercados tratan de presentar sus productos del mejor modo posible, y que la gente que entre en ellos compre cuanto más mejor! Esta es la dura, la terrible verdad.

Los supermercados, en lugar de limitarse a proporcionar unos ridículos cestitos en los que no quepa prácticamente nada, ponen a disposición de los clientes unos pérfidos carros en los que se pueda colocar cómodamente la compra. En lugar de iluminar sus estanterías con una luz mortecina, en la que apenas pueda distinguirse la fecha de caducidad, se empeñan, con premeditación y alevosía, en ofrecer una iluminación generosa, con intenciones evidentes. Y no sólo eso, sino que además, evitan colocar los productos de primera necesidad cerca de la entrada, cuando lo tendrían facilísimo para lograr que nadie pisase por descuido la sección de perfumería. ¡Es que la avaricia por vender toda clase de productos les ciega!

Esto es lo que sucede cuando permitimos que entes impersonales dirijan nuestras vidas. Por supuesto, las personas no obramos así. Si estamos vendiendo nuestro piso, cuando lo visita un posible comprador para nada se nos ocurre centrarnos en las reformas del baño y la cocina, que nos han costado una pasta. No; cualquier ser humano decente le llamará la atención sobre esa ventana que no cierra bien, la baldosa que suena al pisarla, y el vecino que pone la tele a todo volumen. Así de maravillosos somos los seres humanos, que cuando queremos vender algo, sólo ponemos énfasis en los inconvenientes y pasamos de puntillas sobre las ventajas. Pero las grandes superficies, esas entidades siniestras, no actúan en absoluto así. Ya que estamos, sería sumamente útil conocer de dónde proceden. ¿Podrían ser la cabeza de puente de una invasión extraterrestre? Buen tema para un programa de "Cuarto Milenio".