domingo, 8 de septiembre de 2013

Madrid 2092

Sé que a toro pasado es fácil escribir esto, pero el fracaso de Madrid 2020 estaba cantado. A la capital española los Juegos no se los ha robado Tokio, como a primera vista parece. Se los robó Barcelona en 1992. No deja de ser irónico, tras décadas de escuchar el tedioso "Madrid ens roba". Dirán: "Ah, pero Madrid no se presentó entonces". Pues por eso.

Después de la Segunda Guerra Mundial ningún país ha celebrado dos veces los Juegos con un período intermedio inferior a cuarenta años, con la excepción de Estados Unidos, que es también el país que ha sido más veces sede. El Reino Unido tardó justamente eso, cuatro décadas, en volver a organizar las Olimpíadas. Australia, 44 años. Y Japón habrá tardado 56. Por cierto, Francia, si resulta sede en 2024, habrá tardado ¡un siglo! (París 2024 sí que parece cantado, máxime habiéndose celebrado hace poco la Olimpíada en Londres.) Conclusión. Dado que también desde los años cincuenta se ha respetado la rotación de continentes, y que según esto, después de París 2024 se celebrarían fuera de Europa, los madrileños se pueden despedir de los Juegos Olímpicos como mínimo hasta el 2032. Pero yo apuntaría más bien, dado el precedente galo, al 2092.

¿Es esto una tragedia? Yo creo que no. La tragedia es que se produzcan cien mil abortos al año en España. La tragedia es que aquí la preocupación mayor sean los dichosos "recortes" y la "pérdida de derechos sociales", mientras nuestra productividad produce risa y nuestro sistema educativo, lo mismo. (Y que todavía se repitan las mismas necedades -vean, si no, los resultados- de hace más de medio siglo, como que el profesor debería dejar de ser "un mero transmisor de conocimientos" o que hay que conseguir que el aprendizaje sea algo "divertido", y sobre todo, "no memorístico".) La tragedia es que haya quien en lugar de ayudar a enderezar este país, trate de aprovechar la ocasión para romperlo, y que algunos, incluso desde Madrid, los jaleen. "Eso, que se separen estos putos catalanes, así nos dejarán tranquilos." Sobre todo eso, tranquilidad, y a seguir envejeciendo demográficamente, a ver si con suerte podemos pillar una pensión con la que ir tirando. Y como la vida es difícilmente soportable sin ilusiones, pues hombre, unos jueguecitos olímpicos de vez en cuando, que nos distraigan y nos hagan creer que estamos vivos. Pero de momento, como en una novela de Philip K. Dick titulada Ubik, estamos más bien en la semivida.