miércoles, 9 de enero de 2013

X de Xanadú

El nuevo Partido X, o Partido del Futuro, me resulta de lo más aburrido. Enumero mis razones:

1) No tienen ideología, dicen, porque lo urgente ahora es ponerse de acuerdo alrededor de un "mínimo común denominador". Pero eso es lo que establece toda ideología, una serie de principios que considera evidentes, axiomáticos. ¿Quién decide cuál es el MCD? "Nuestra ideología es la lógica", sentencian, y se quedan tan frescos. O sea, que quienes discrepen de ellos, serán idiotas incapaces de sumar dos más dos. Recelo siempre de los dogmatismos que no reconocen serlo.

2) Defienden la democracia directa, con métodos de la cibercultura, como si fueran la panacea. Olvidan que la política es el arte de lidiar con intereses e ideas opuestas y que la democracia parlamentaria es solo un método (bastante exitoso, por cierto) y la democracia directa, otro (lleno de incertidumbres). No porque al pueblo se le permita una mayor participación, los conflictos se desvanecerán como por ensalmo, ni las decisiones serán siempre a gusto de todos, ni desaparecerán las posibilidades de manipulación ni los caudillismos. Los ciudadanos como conjunto no son víctimas inocentes de los pérfidos políticos, sino que generalmente tienen lo que se merecen, especialmente si los han votado.

3) Incurren en los consabidos tics anticapitalistas y conspiranoicos, hablando de los "patológicamente ricos" (?), de los "especuladores", del "juego manejado por el dinero de los privilegiados y los mercados" (ver vídeo aquí). Esto está más visto que los cuadros de paisajes con ciervos. ¿No se puede ser algo más original?

4) No contentos con ello, se lanzan al utopismo más naif, cuando prometen un futuro en el que "se trabaja lo justo", todo el mundo tiene vivienda, "formación moderna y adecuada" y los ciudadanos, felizmente liberados de "preocupaciones que lastraban el avance de las generaciones pasadas", pueden dedicarse a ejercer armoniosamente sus intereses para, todos a una, "alimentar el bienestar general de forma imparable" (y que los pájaros canten y el cielo sea más azul).

5) Como toda ideología redentora, no se olvidan de su chivo expiatorio (los políticos, los banqueros y los especuladores; vamos, lo de siempre, desde la extrema izquierda a la extrema derecha).

6) Y además, anuncian que "el cambio es inevitable", lo que también es típico. Es la concepción del progreso como un tren al que hay que subirse en marcha, para no quedarse demodé. Aunque no sepamos muy bien a dónde nos lleva.

Se me podrá tachar de aguafiestas y enemigo de la novedad. Pero qué me gustaría a mí más que apareciera un partido al que pudiera votar con ganas, y no por ser el mal menor. Un partido que dejara bien claro su ideario, para poder juzgar si coincide con el mío. Un partido que no cuestionara algunas cosas básicas que está demostrado que funcionan, cuando se aplican: el Estado de derecho, la separación de poderes, el mercado libre, los impuestos bajos, los políticos lejos de las cajas y los tipos de interés no artificialmente reducidos. Un partido que no nos prometiera el paraíso a la vuelta de la esquina, ni el gratis total, ni hablara de la marcha imparable del progreso. Un partido, en definitiva, que no pretenda halagar las emociones para alcanzar el poder, sino simplemente ofrecer sus propuestas para que las votáramos, como personas adultas, que no confundimos la realidad con pirotecnia sentimentalista rollo "V de Vendetta".