lunes, 15 de agosto de 2011

Cómo responder a una amiga progre y mucho más

Rubén Aguiar es un músico cubano que vive hace tiempo en Madrid, felizmente a salvo de la dictadura que sojuzga la bella isla. Podéis escuchar algunos de sus temas directamente en su blog no sé bien. En este vídeo lo vemos a la guitarra:



Además de músico, Rubén es un tipo cultivado, y vacunado por su peripecia biográfica contra la enfermedad gremial de los artistas, que es la izquierditis. Muchas de las entradas de su blog son pequeñas obras maestras de análisis psicológico del alma progre, de sus prejuicios y secretos anhelos.

Los últimos posts los ha dedicado al movimiento del 15-M, que ha podido conocer de primera mano por la cercanía de su lugar de trabajo a los acampados de la Puerta del Sol. Su opinión, por decirlo suavemente, no es nada favorable, lo cual ha provocado la respuesta sentimental de una amiga gaditana, que reivindica con orgullo sus orígenes de familia obrera.

La contrarréplica de Rubén (Asamblea de Monte) es antológica y merece ser estudiada. Con todo el cariño, pero al mismo tiempo con la firmeza de un médico que le obligara a escuchar a un drogadicto la dura verdad sobre los efectos de su adicción y, especialmente, sobre las debilidades de carácter que le hacen caer en ella, Rubén rebate uno por uno los argumentos de su amiga, si es que se los puede llamar así.

Nuestra progre defiende el movimiento de los indignados con afirmaciones emocionales que retratan una mentalidad muy extendida. Dice que "necesitamos recuperar la posibilidad de hablar, de expresarnos, de no tener que elegir entre el blanco y el negro". Rubén le replica que nadie nunca le había quitado esas posibilidades, "si te has callado ha sido por decisión propia". Mucha gente que ahora recrimina al PSOE su "traición" a la izquierda, lo votaban pese a la corrupción y los GAL; quizás poniéndose una pinza en la nariz, sí, pero lo votaban: Entonces estaban dispuestos a elegir entre el blanco y el negro. Y mucha gente que se vendió por el plato de lentejas de alguna subvención o puesto de trabajo ¿tiene derecho ahora a sentirse decepcionada?

Incide también nuestra amiga de izquierdas en la conocida cantinela de que en nuestra sociedad todo se resume en el "tener", no en el "ser". "Si no tienes, no existes", afirma nuestra filósofa. La respuesta de Rubén es implacablemente lógica. Si te parece bueno que la gente tenga acceso a determinadas posesiones materiales, estarás de acuerdo en que primero hay que crearlas, producirlas. Pero, prosigue Rubén, "si no has trabajado ni te has esforzado honradamente para ello estoy seguro que consideras que no te corresponde “existir”, figurar, "ser alguien", puesto que no eres ni envidiosa ni deseas tener más de lo que mereces. No tendrías en este caso motivo para indignarte." Ahora bien, si eres una persona que desprecia los bienes materiales, "¿qué mas te da “no ser”? Allá los que crean que por tener “cosas” son importantes. Eso no va contigo. No tendrías, en este caso tampoco, motivo para indignarte."

Insiste la "indignada", pese a todo, en negar la politización del movimiento 15-M, ella lo ve "como algo más intelectual [!?] que político, y creo que son los filósofos, universitarios, maestros, poetas, escritores, etc... los que tienen cosas que decir." Conocida es la necesidad de la izquierda de rendirse extasiada ante figuras intelectuales que creen inspirarla, cuando en el fondo no hacen más que reírle las gracias, aunque sea a veces con un lenguaje pomposamente académico. Copio varios párrafos de Rubén donde, al tiempo que demuestra que no se arredra lo más mínimo ante el mito de la pretendida superioridad cultural de la izquierda, resume magistralmente la diferencia entre la mentalidad liberal y la colectivista:

"¿Y tú, no tienes cosas que decir? ¿Y tu marido y tu cuñado con su pequeña empresa de construir y vender música no tienen nada que decir? (...)
¿Crees que tienen más que decir los “filósofos, universitarios, maestros, poetas y escritores” que los tíos que se inventaron este software a través del que estamos tú y yo conectados a 700 km de distancia? 
¿Crees que el pensamiento es exclusividad de los filósofos?
¿Crees que la juventud es patrimonio de los universitarios?
¿Crees que la enseñanza de la verdad es prerrogativa de los maestros?
¿Crees que los poetas y los escritores inventaron las palabras o el lápiz o la máquina de escribir o el ordenador?
Dices que crees que ellos “son los que tendrían que volver a sentar las bases de la convivencia”... ¿Y por qué mejor no piensas que hay que dejar que la gente decida por sí misma cuáles han de ser las bases de su convivencia? Libremente, como se les antoje. No esperes a que los filósofos te indiquen que le pidas azúcar a la vecina... hazlo por ti misma... ya estás tardando... (...)

Dices: “...habría que empezar de muy abajo, de cero y primero tendríamos que despojarnos de todos nuestros prejuicios, quedarnos limpios, libres de polvo y paja, y sentirnos los unos a los otros ¿Cuanto tiempo hace que no pedimos azúcar al vecino?, ¿quien se atreve a dejar a sus niños un ratillo con la vecina mientras vas a comprar?”

Vamos a ver, detente y piensa serena y honestamente: ¿necesitas “indignarte” contra otros porque ya no te reunas con tus amigos o porque ya no le pidas azúcar a tu vecina ni le dejes las niñas un ratillo cuando vas de compras? ¿En qué momento de tu vida decidiste hacer responsable al gobierno, a los bancos, al mercado de no “sentirnos los unos a los otros” ? ¿Son ellos “nuestros prejuicios”? Cuándo los destruyas o los mejores o cuando consigas que te escuchen ¿quedarás libre de polvo y paja?

No quiero que me respondas, quiero que te preguntes.

¿Te has preguntado qué es lo que te está pasando a TI?
No al gobierno, no.. ni a la sociedad, ni al sistema... ni a los bancos o los mercados...
¡A TI!
Y a los que gritan en la calle...
¿Acaso necesitan tú y ellos que el gobierno, los políticos, el sistema, los bancos centrales, las ideologías, lo que sea, les resuelvan los problemas que no les causan?"

No es fácil compendiar tantas sabias verdades, tan oportunas y de manera totalmente desprovista de pedantería. Aquí se resumen no solo lecturas sino la experiencia vital de uno de tantos exiliados cubanos, que ya han pasado antes por los lavados de cerebro de asambleas y demás rituales de la agitación política, y simplemente la de muchas más personas que han logrado el éxito personal y profesional por su propio esfuerzo y la ayuda de la familia y los amigos, no exigiendo al Estado que le solucione la existencia. Vale la pena leerlo entero.