miércoles, 24 de noviembre de 2010

La inmoralidad del capitalismo


"El capitalismo no se puede moralizar, por definición es inmoral." (Jorge Semprún, en una entrevista destacada en la portada de Público.) Y en páginas interiores precisa: "El beneficio máximo, por definición, es inmoral y no puede ser otra cosa."

No sé si el señor Semprún ha vendido alguna vez un inmueble. Pero no me cabe duda de que, guiado por su estricto concepto de la moralidad, en absoluto habría intentado obtener el máximo beneficio posible. No, él habría pedido el precio que su conciencia le dictara como justo, aunque fuera inferior al del mercado. Asimismo, cuando va al supermercado, él no trata de adquirir la máxima calidad y cantidad al menor precio posible, no. Él se orienta exclusivamente por su concepción del justo precio que le corresponde a un paquete de macarrones o a una lata de espárragos. Por no hablar de los libros que ha publicado, cuyo precio se fija en función de criterios puramente éticos, sin atender a viles cálculos de costes y ganancias.

En cambio, un empresario cualquiera, ¿no pretende el muy canalla producir al menor coste y vender al máximo precio que le permite la competencia? Semprún, pertrechado de sus convicciones morales, se niega a aceptar esto, a pesar de que reconoce "el hecho del fracaso ideológico y moral del leninismo". Pero "no se puede capitular ante la realidad capitalista"; hay que elaborar una estrategia distinta del leninismo, porque "la ilusión de que se puede conseguir mayor igualdad en este mundo no podemos perderla". Claro que esa ilusión fue la que movió el siglo pasado a millones de personas a apoyar el leninismo... y el estalinismo, el maoísmo, el castrismo, etc. Pero no hay que rendirse. Algún día conseguiremos que en el supermercado impere la justicia, y una lata de mejillones en escabeche valga lo que tiene que valer, no lo que un pérfido capitalista haya decidido, con el único fin de obtener el máximo beneficio. Sólo me asalta una pequeña duda: ¿Seguirá ese día habiendo ofertas de "3 x 2"? Ah, que no...; que eso sería tratar de obtener un injusto beneficio en el Paraíso Socialista... Pido perdón, es que no es fácil desprenderse así como así de los prejuicios capitalistas.

martes, 23 de noviembre de 2010

Servidumbre ideológica

No lo pueden remediar, es superior a ellos. Los izquierdistas no llevan nada bien que el Parlamento Europeo haya concedido el Premio Sajarov por tercera vez a la disidencia cubana. En 2002 fue para Oswaldo Payá, en 2005 para las Damas de Blanco y en 2010 para Guillermo Fariñas. Según el columnista de Público Marco Schwartz, "preocuparse por los derechos humanos políticos está bien, qué duda cabe. Y estaría mejor si esa preocupación fuese más libre de servidumbres ideológicas." Es decir, que Estrasburgo insista en mostrar su reconocimiento a quienes se enfrentan a una dictadura que dura ya medio siglo, debe considerarse un caso de "servidumbre ideológica". Ciertamente, numerosos premiados, desde que se instituyó el galardón en 1988 con la concesión del primer premio a Nelson Mandela, han sido disidentes de regímenes comunistas o exsoviéticos. Pero ¿qué le vamos a hacer, si la mayoría de población mundial sometida a regímenes dictatoriales, se encuentra precisamente en países socialistas? (Véase la entrada de Elentir: ¿Cuántas dictaduras hay en el mundo?).

Pero Marco Schwartz prosigue adelante con su rabieta saliendo por peteneras. Propone que el próximo Premio Sajarov se entregue a quienes se opusieron a la Guerra de Iraq o a los juristas colombianos que denunciaron crímenes de Estado durante el gobierno de Álvaro Uribe. (No dice nada de la oposición a Hugo Chávez, seguro que por un inocente olvido.) Más aún, le parece harto significativo que el "establishment liberal" solo tenga en cuenta los derechos "de tipo político-civil", y no los "económico-sociales". (Derecho a un nivel de vida adecuado, a la vivienda, asistencia médica, a los seguros de desempleo, enfermedad, vejez, etc.) El señor Schwartz probablemente no se ha leído la descripción del premio, cuyo nombre completo es "Premio Sajarov a la Libertad de Conciencia", y recompensa a aquellos que luchan "contra la intolerancia, el fanatismo y la opresión", destacando en la defensa de "los derechos humanos y la libertad de expresión". O quizás piense que si el premio incluyera a quienes defienden la elevación del nivel de vida de la población, el gobierno cubano sería un merecido candidato, porque de todos es sabido lo bien que se vive en Cuba, gracias al modelo económico socialista.

El artículo del señor Schwartz, sin embargo, es inestimable, porque muestra insuperablemente la función que realiza la cantinela de los derechos socioeconómicos. Como dice nuestro columnista, tales derechos "se violan de manera sistemática en casi todo el mundo y producen al menos tantos estragos como la conculcación de los derechos políticos". De lo cual se desprende meridianamente que carece de justificación esa "moda" de criticar la falta de derechos en Cuba y otras dictaduras "que contravienen la doctrina liberal del momento". ¡En todas partes cuecen habas! En las democracias occidentales presumimos de libertad de expresión, sí, pero ¿qué me dicen de la gente que tiene dificultades para llegar a final de mes, eh?

Confundir los derechos políticos con otro tipo de aspiraciones sociales sin duda deseables, pero cuya consecución no depende en sí misma de la organización política (salvo en la medida en que se convierte en un obstáculo), sino del progreso técnico y económico, conduce ni más ni menos que a relativizar la dictadura, y por tanto a justificarla. De otro modo, no se explica que a alguien le pueda molestar el premio a Fariñas. Comparar la cárcel, las torturas y los asesinatos de los disidentes cubanos con la libertad de que gozaron los manifestantes contra la Guerra de Iraq: eso sí que es una repugnante servidumbre ideológica.

sábado, 20 de noviembre de 2010

Crónicas del ultracentro


Navegando por las webs de los partidos que se presentan a las elecciones catalanas, me he encontrado con este diagrama ideológico, acompañado del siguiente comentario: "En el mapa del posicionamiento ideológico de los partidos, lo más claro es que el liberalismo es lo más opuesto al despotismo, al autoritarismo, a las dictaduras de uno u otro signo." La web en cuestión es la del CDS Cataluña. Sí, el CDS fundado por Adolfo Suárez; confieso que no sabía que todavía existía.

Pero vayamos al diagrama. Ignoro su autor, aunque no descarto que sea del presidente regional, Sandalio del Río, todo un personaje (la foto y el nombre parecen extraídos de una caricatura de El Jueves) que ha pasado del PSC al CDS, con paradas intermedias en Ciudadanos y UPyD, como nos cuenta él mismo. Sea o no el autor del diagrama, le dirijo a Sandalio una sencilla pregunta: ¿Qué diablos entiende por ultraliberalismo?

Porque vamos a ver, estoy totalmente de acuerdo en que el liberalismo es lo más opuesto al autoritarismo, tanto de derechas como de izquierdas. Pero entonces ¿cómo se explica que si el liberalismo es lo más opuesto a la dictadura, el ultraliberalismo esté más cerca de ésta? ¿A qué tipo de ideología nos referimos? Si por ultraliberalismo se entiende el anarcocapitalismo, ya he dicho numerosas veces que me parece un sistema erróneo, pero lo último que diría de él es que se halla teóricamente más próximo al autoritarismo, ¡cuando propone abolir el Estado!

Todo indica que el diagrama, aunque en conjunto válido, ha ubicado chapuceramente el término ultraliberalismo (lo mismo podían haber dicho neoliberalismo o el socorrido liberalismo salvaje) para no espantar a posibles adeptos. Es decir, como los medios de comunicación enseñan todos los días la religión de que fuera del llamado Estado del Bienestar de la socialdemocracia no hay salvación, en lugar de tratar de refutar esa propaganda, vamos a decir que nosotros somos liberales, pero sólo un poco, no vayan a pensar que privatizaremos los ferrocarriles y que ya no pararán en el entrañable pueblecito de Villarrebuzno de Abajo, por culpa del despiadado capitalismo. Estos que se llaman a sí mismos "liberales" no explican que el coste que supone parar en Villarrebuzno lo pagan millones de ciudadanos que ni saben dónde está, y que quizás preferirían que hubiera un AVE Barcelona-Valencia, que encima sería rentable.

Propongo, pues, la siguiente enmienda al diagrama:


Por cierto, que ojalá los centristas acomplejados estuvieran sólo en el CDS.

domingo, 14 de noviembre de 2010

Cábalas catalanas

Según el periódico Avui, Alicia Sánchez Camacho confiesa reñir a su hijo cuando le habla en castellano. La candidata del PP a la Generalidad ha protestado, explicándole a Dieter Brandau en esRadio que sus palabras se han sacado de contexto. Ella quiso decir -puntualiza- que corrige a su hijo cuando mezcla catalán y castellano, algo que hacemos la mayoría de padres bilingües. El periodista de Avui asegura, en cambio, que las palabras reproducidas por su diario son textuales.

Otra periodista, M. Victòria Bertran, en el periódico provincial Diari de Tarragona del 10 de noviembre (edición impresa), afirma que en el programa "Tengo una pregunta para usted", emitido el día antes, varios ciudadanos "afearon" a la candidata popular "su postura ante la lengua catalana (...) y ante la inmigración". Lo primero es cierto; lo segundo, falso. La única pregunta sobre el tema fue de una chica que se quejaba precisamente por las ayudas que reciben los inmigrantes, y con la cual se mostró plenamente de acuerdo Alicia. Pues bien, si una periodista se atreve a mentir sobre algo que han podido ver y oír miles de espectadores en directo, me pregunto por qué otro no podrá hacerlo con una conversación que no hemos escuchado -a diferencia de la mantenida con Brandau.

Cada cual puede creer a quien quiera, o a la dirigente del PP catalán, o a un periódico emblema del nacionalismo. En LD se decantan por lo segundo, lo que les permite abundar en la tesis de que el PP está más cerca del nacionalismo que de la defensa de las libertades lingüísticas. Imagino lo que dirán si, después de las elecciones del 28-N, CiU accede a la Generalidad con el apoyo del Partido Popular... Pues bien, en mi opinión es lo mejor que podría suceder, para Cataluña y para España, una vez descartado (por improbable) que fuera Alicia Sánchez Camacho la próxima presidenta autonómica.

En las cuatro provincias catalanas se han presentado 39 candidaturas de formaciones diferentes. Aunque solo 6 de estas tienen hoy representación parlamentaria, parece verosímil que consigan al menos un diputado algunas otras, lo cual multiplica vertiginosamente las combinaciones que permitirían sostener un determinado gobierno, desde un punto de vista puramente aritmético. Incluso postulando el axioma de que cualquier coalición o acuerdo de gobierno en Cataluña incluirá a CiU o al PSC o a ambos, matemáticamente existirían 2.852 combinaciones posibles de no más de tres formaciones políticas que podrían apoyar a un gobierno*. Por supuesto, en la práctica son muchas menos, porque la mayoría de esas 39 candidaturas no conseguirán ningún diputado, y muchas de esas combinaciones serían política e ideológicamente impensables, pero lo cierto es que no sabemos con seguridad cuántas lograrán entrar en el Parlament, ni las contorsiones de las que son capaces los políticos, con tal de gobernar.

Con todo, las combinaciones que parecen mínimamente factibles se podrían reducir a las siguientes:

(1) CiU
(2) CiU + PP
(3) CiU + ERC
(4) CiU + ?
(5) CiU + PP + ?
(6) CiU + ERC + ?
(7) PSC
(8) PSC + ICV
(9) PSC + ERC
(10) PSC + CiU [el orden no implica quién tiene la presidencia]
(11) PSC + ?
(12) PSC + ICV + ERC
(13) PSC + ICV + ?
(14) PSC + ERC + ?
(15) PSC + CiU + ERC
(16) PSC + CiU + ?

Obsérvese que: Primero, lo único que he descartado son las combinaciones del PP con alguno de los partidos de izquierda, PSC, ICV o ERC, así como las de CiU con ICV. No digo que sean imposibles, pero creo que sería ocioso considerarlas. (¿Se imaginan, por ejemplo, al PP permitiendo a Montilla repetir como presidente de la Generalidad?) También parece muy remota la sociovergencia, pero no tanto si pensamos en un PSC fuertemente castigado en las urnas que decidiese apoyar a Artur Mas para no dar ninguna baza al PP. Segundo, todas las posibilidades implican gobiernos acentuadamente de izquierdas, o nacionalistas, o ambas cosas, excepto la 2 y la 5, las únicas en las que entra el PP. Tercero, estas tienen la ventaja (sobre todo la 2) de que el PP podría poner a CiU como condición para prestarle su apoyo, forzar en Madrid un adelanto de las elecciones generales, como ha apuntado Manuel Molares do Val en su blog Crónicas Bárbaras.

Desde un punto de vista liberal conservador, o simplemente desde el punto de vista de una persona que esté en el paro, o en otra situación económica difícil, aunque no comulgue con las ideas del PP, no existe otra alternativa que votar a este partido en las próximas elecciones catalanas, porque pueden ser decisivas no solo para Cataluña, sino para toda España. En cambio, una victoria amplia de CiU incomodaría mucho menos a Zapatero, pues con los nacionalistas puede seguir reeditando cómodamente su estúpido pero efectivo jueguecito de "Todos contra el PP". Y cada mes que se mantiene este individuo en La Moncloa supone más desempleo, más endeudamiento y más descrédito de nuestro país en el extranjero.
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*Las posibilidades son las siguientes: Un gobierno de CiU, otro del PSC, otro de CiU + PSC y 74 de cada uno de ambos partidos con las 37 siglas restantes. A su vez, las combinaciones en las que aparecen CiU, PSC o ambos (74 + 1) se pueden combinar en 75 X 37 = 2.775 tripartitos. En total, tenemos 2 gobiernos monocolor + 75 bipartitos + 2.775 tripartitos = 2.852 acuerdos de gobierno matemáticamente posibles. Si eliminamos los gobiernos en los que participen a la vez CiU y PSC, la diferencia es escasa: 2 + 74 + (74 X 37) = 2.814.

domingo, 7 de noviembre de 2010

Pobre liberalismo

Unos sujetos crean un grupo de Facebook llamado "Quemar todas las iglesias con los curas dentro". Se trata, evidentemente, de una manifestación de brutal intolerancia, un ejemplo de antiliberalismo palmario y puede que también un delito de apología de la violencia. Sin embargo, un bloguero de Red Liberal, Jorge Valín, dedica una entrada algo larga a criticar ferozmente no a estos fanáticos, sino a quienes los han denunciado. Valín deplora además la censura judicial de la película A Serbian Film, otro ejemplo que le sirve de punto de partida para argumentar a favor de la libertad de expresión, sin límites de ningún tipo. Como no he visto esta película, ni pienso verla, no voy a opinar sobre ella. Desconozco si es una apología explícita de la violencia y la pedofilia, o simplemente el típico ejercicio de morbosidad servida con pretextos artísticos. Si se trata solo del segundo caso, como parece desprenderse de las palabras de Valín, estaría de acuerdo con él en que no es justificable que se prohíba su exhibición en una sala privada. Pero centrémonos en el grupo de comecuras de Facebook.

Afirma Valín que quienes proponen en internet quemar todas la iglesias con los curas dentro no demuestran mucha inteligencia, porque su posición solo servirá para radicalizar a "los del otro bando". Quiero pensar que aquí Valín se ha expresado descuidadamente, no creo que sugiera, con exquisita equidistancia, que existen dos bandos en conflicto, los que quieren quemar vivas a algunas personas, y los que se empeñan en no ser quemados. Pero a continuación añade que las llamadas a la censura del primer grupo no harán más que encolerizar a sus componentes. Dice: "Prohibir estilos de vida [sic] es una llamada a la guerra que nadie va a acabar ganando nunca." Como argumento, me parece pueril. Si alguien incumple la ley, por mucho que ese sea su "estilo de vida", debe ser sancionado, sin importarnos cómo se lo vaya a tomar. Ya sospechamos que no le va a gustar demasiado... (Claro que Valín es un tipo de liberal muy peculiar, que no cree en la ley. Supongo que Hayek le debe parecer un vulgar apologista de la tiranía.)

Pero nuestro bloguero continúa su inspirado discurso. Cuestiona el concepto de apología de la violencia aduciendo que "un pensamiento no es un acto". Evidentemente, no lo es, pero utilizar una red social para difundir un mensaje violentamente intransigente, difícilmente puede considerarse un "pensamiento". Si alguien afirmara en voz alta, en el comedor de su casa, con su mujer como único testigo, que habría que quemar todas las mezquitas, evidentemente no estaría incurriendo en ningún delito. Pero si yo mañana hago pública semejante salvajada, por supuesto que debería considerarse una incitación al crimen, y por tanto punible. Valín se mete en un jardín cuando pregunta retóricamente si de las mil personas que forman el grupo de Facebook, todas van a quemar una iglesia... Hombre, todas seguro que no (¡esperemos!) pero ya sería gravísimo que lo hiciera una sola.

Valín argumenta distinguiendo entre el ejercicio de la libertad de expresión y una orden de tipo coactivo, que quien la recibe no puede eludir. Evidentemente, si alguien afirma en público que Hitler hizo bien gaseando a los judíos y que habría que terminar lo que él empezó, no está necesariamente obligando a nadie en concreto a poner en práctica el genocidio. (O si prefieren un ejemplo más apropiado a nuestro caso, pensemos en alguien que sostenga que habría que repetir lo de 1936 contra los curas y las monjas; pongamos que funda un grupo en internet que se llamara, no sé, "Quemar todas las iglesias con los curas dentro".) Pero es también evidente que un mensaje de carácter tan explícito pone en riesgo la vida de muchas personas, que pueden ser víctimas de agresiones por su culpa. Si negamos la responsabilidad intelectual, entonces tampoco podremos condenar a quien realiza un asesinato por encargo, pues el autor material no está obligado a aceptarlo.

No vale la pena continuar. Todo esto es absurdo. Elentir le pregunta muy oportunamente a Valín, en un comentario al post, si el "ETA mátalos" también es ejercer la libertad de expresión, y si aceptaría imperturbable que alguien montara un grupo titulado "Matar a Jorge Valín". A lo primero, el interpelado no responde, mientras que a lo segundo, dice que él no pondría ninguna denuncia. No sé si tal actitud es valiente o más bien temeraria, pero lo que está claro es que esto no es un argumento. Si a él no le importa que lo amenacen de muerte, a la mayoría de simples mortales nos jorobaría bastante, y no vemos nada totalitario ni tiránico que la ley nos proteja de este tipo de ataques. Pero claro, por lo visto no hemos comprendido bien el principio de "vive y deja vivir", que consiste en soportar estoicamente cualquier tipo de amenaza verbal, sin que podamos defendernos legalmente hasta que oigamos silbar las balas. Lo lamentable de verdad es que encima se quiera hacer pasar semejante sarta de despropósitos por el verdadero liberalismo.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Las razones del odio


El Congreso ha admitido a trámite un proyecto de ley que elimina el Libro de Familia, pocos días antes de que el Papa llegue a Barcelona para dedicar una misa al templo de la Sagrada Familia. (Sí, sagrada; qué cosas tienen los cristianos... Se empeñan en conferir valor trascendente a la vida y a la familia: ¡Maldito oscurantismo!) Como siempre, la legión de progretas de la televisión pública, Tele 5, La Sexta, Cuatro, la SER, El País, Público, El Periódico, etc, se emplearán a fondo para ridiculizar toda crítica a la enésima ocurrencia legislativa socialista, reduciéndola a mera exageración de la "caverna mediática". Pero hay que ser realmente ingenuo o sectario para negar que el partido gobernante muestra una profunda aversión contra la familia. Divorcio exprés, matrimonio homosexual, aborto libre sin necesidad del permiso del padre ni de la madre, ruptura de la filiación paterna y, como una consecuencia totalmente lógica, derogación de la figura registral de la familia, anticipo de su derogación jurídica en la práctica... Para ser una "cortina de humo", como todavía se empeñan en sostener algunos ineptos, ofrece una apariencia de proyecto sistemático de ingeniería social que tumba de espaldas.

Estos días se debatirá hasta la náusea (me parece oír ya los gritos de "La Noria") sobre la prevalencia del apellido paterno, aunque no se trata del aspecto más relevante de la reforma legislativa. Que los padres puedan decidir el orden de los apellidos es algo razonable, que ya existe en países como Inglaterra, donde las personas sólo tienen un apellido, y ninguna ley prohíbe que pueda ser el de la madre, aunque la costumbre hace que incluso ésta adopte el de su marido. Sin embargo, al introducir por defecto el orden alfabético, el Estado prácticamente obliga a los padres a tener que plantearse una posible fuente de discusiones que de otro modo posiblemente ni se les habría ocurrido. El resultado, bajo el pretexto de la igualdad de género, es restar todavía más significación a la figura paterna, que culturas como la nuestra se han esforzado durante milenios en implicar en la crianza y sostén de los hijos. Eso sí, el padre divorciado no transmitirá acaso su apellido, pero deberá seguir manteniendo a su ex mujer y a su progenie. Todos somos iguales, pero algunos son más iguales que otros.

De mucho más calado me parecen otros dos aspectos del proyecto de ley. El primero es que el registro civil deja de ser una competencia del poder judicial y pasa a manos de la administración dependiente del ejecutivo. Y el segundo es que, como adelantaba, el Libro de Familia es sustituido por una especie de ficha electrónica individual, donde todos recibiremos un "código personal de ciudadanía" basado en el DNI. Es decir, lamento desengañar a quien, desde un punto de vista liberal, pudiera pensar que no está tan mal eliminar un documento administrativo que no necesitábamos para nada. En realidad, la nueva ley aumenta las posibilidades de control del poder político, creando otra organización burocrática más, con sus propios cargos funcionariales, como son la Oficina Central del Registro Civil, las Oficinas Generales (una "al menos" por cada comunidad autónoma), las Oficinas Consulares, los Encargados de las Oficinas del Registro Civil, etc.

Con todo, no debemos desdeñar el aspecto simbólico. La familia deja de ser reconocida por la administración como un ente con personalidad propia. En lugar de ello, se llevará un registro exhaustivo de las vicisitudes individuales, como cambios de pareja, de apellidos y hasta de sexo, sin que exista una institución intermedia entre el individuo y el Estado. Algunos individuos tendrán vínculos registrales con otros individuos, pero no podrá decirse, en rigor, que pertenezcan a una unidad familiar, porque a efectos administrativos, tal cosa no existirá.

¿Cuál es la razón profunda de todo esto? ¿Por qué la izquierda odia tanto a la familia? La respuesta no es complicada, pero conviene advertir que aquí no abogamos por ninguna conspiración. Aunque no es descartable que haya quien actúe con plena consciencia de los objetivos que expongo aquí, basta con que el poder político se mueva por instinto para llegar a resultados muy similares. Y el poder, por naturaleza, tiende a tratar de disolver toda institución que permita a los individuos escapar de un modo u otro a su completo dominio. La familia es en este aspecto la institución más importante que existe. Cumple dos funciones fundamentales: Primero, transmite valores, costumbres, creencias y experiencias a la siguiente generación, de manera que gracias a ella el Estado no controla totalmente la educación. Y segundo, proporciona asistencia socioeconómica a los niños, ancianos y miembros desfavorecidos, al tiempo que establece vínculos (por ejemplo, en las empresas familiares) que escapan a la fiscalización estatal, de manera que mitiga la dependencia de los individuos respecto de las ayudas estatales y crea espacios donde la administración no penetra. Mientras haya familias sólidas, habrá niños que recibirán una determinada educación moral, independientemente de que sea la más conveniente para el poder político. Habrá personas a las que se enseñará que determinados principios no pueden ser revocados o reformados por una asamblea, por democrática que sea. (No digamos ya por un déspota.) Habrá, más concretamente, padres que tendrán la osadía de objetar a la Educación para el Socialismo, más conocida como Educación para la Ciudadanía, e incluso algunos hasta querrán que sus hijos aprendan la religión cristiana y ¡lean la Biblia! En suma, la familia es un foco de resistencia ideológico y económico. Por supuesto, esto es intolerable para la izquierda, que por ello desde hace mucho tiempo la ha identificado como uno de sus peores enemigos, es decir, en su lenguaje, el último refugio del oscurantismo y la reacción. Claro que existen familias poco recomendables, por ejemplo que practican matrimonios forzosos o ablaciones. Casos como estos justifican y obligan a la intervención estatal. Pero también hay Estados que matan a los ciudadanos y los torturan, y no por ello se deduce que hay que abolir el Estado.

Aunque naturalmente, todo esto no son más que exageraciones histéricas. Los socialistas lo único que pretenden, en su ilimitada filantropía, es adaptar las leyes a las "nuevas realidades sociales". Y adivinen quién decide cuáles son esas nuevas realidades.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Ni pío

Cuando Esperanza Aguirre manifestó su simpatía por los principios fundamentales del Tea Party (menos impuestos, menos intervención del gobierno, más nación americana), el diario Público señaló que sobre "la defensa de las armas, la abstinencia sexual o la limitación de gases contaminantes, Aguirré no se pronunció." Y en la edición impresa de ayer miércoles 3 de noviembre, este diario repite lo mismo: Que Aguirre no dice "ni pío" sobre esos temas.

Más allá del debate sobre la naturaleza del Tea Party, cabe preguntarse si estos silencios son tan atroces como sugieren los izquierdistas del periódico de Roures. En primer lugar, el derecho de todo ciudadano norteamericano a portar armas está recogido en la Constitución de los Estados Unidos. Incluso aunque alguien no esté de acuerdo con la Segunda Enmienda, difícilmente se podrá considerar como radical o ultraconservador a un grupo que se limita a defender algo que es legal en un país desde hace más de doscientos años. A no ser que consideremos como ultraconservador defender el derecho de reunión o la libertad religiosa (Primera Enmienda).

En segundo lugar, ignoro si la defensa de la abstinencia sexual es representativa del movimiento del Tea Party, pero en cualquier caso, resulta significativo que en una época donde se rinde verdadero culto a la libertad sexual, produzca recelos que haya quien defienda el derecho o la conveniencia de no tener relaciones sexuales. ¿No quedamos en que cada cual puede hacer lo que quiera con su propio cuerpo?

Y en tercer lugar, lo de los "gases contaminantes", en referencia al cambio climático. La ortodoxia política está empeñada en ignorar las numerosas voces científicas que cuestionan la hipótesis antropogénica del cambio climático. Actúa en esto con un dogmatismo que irónicamente, pero no sorprendentemente, encaja más con el ultraconservadurismo que no la actitud escéptica ante relatos apocalípticos.

Si esto es todo lo que tienen que criticar de las ideas del Tea Party, no parece que sea para echarse a temblar.

La cuadratura del círculo

Lo está volviendo a decir Corbacho en la tele en estos momentos: Que reducir impuestos sin recortar prestaciones sociales es "la cuadratura del círculo". Exactamente lo mismo que González le decía a Aznar antes de que llegara a la presidencia del gobierno. Aznar, como es sabido, demostró todo lo contrario. Que bajar impuestos, incluso moderadamente, estimula la creación de empresas, de puestos de trabajo y del consumo, y en consecuencia permite al fisco recaudar más, no menos. Otra cosa es que efectivamente no haya que recortar determinadas prestaciones sociales desde ahora mismo (subvenciones a las más variadas formas de vivir del cuento) y tender a medio y largo plazo a la privatización de las demás. Pero lo de la "cuadratura del círculo" es demostrativo de la pobreza retórica de este personal. Sencillamente, no dan para más, no han progresado en quince años lo más mínimo.