domingo, 30 de agosto de 2009

Libertad económica y libertad moral

El Partido de la Libertad Individual, al que he dedicado una reciente entrada, se anuncia en Google como podéis ver en esta captura de pantalla, arriba a la derecha:

"El partido de las 2 libertades, la económica y la moral". No carece de brillantez. El ser humano siente una atracción innata hacia las explicaciones simples y simétricas, por lo que el anuncio puede ser efectivo. Pero a veces la pasión por la simetría conduce a forzar la realidad de las cosas. La expresión "libertad económica" está perfectamente fijada, y su significado suele ser claro, al menos en el contexto teórico liberal. No sucede lo mismo, en cambio, con "libertad moral", una expresión más inusual, al menos en español.

Todos estamos de acuerdo, creo, en que matar o robar es inmoral, y deben ser considerados delitos perseguibles por el Estado. Quienes hablan de libertad moral, evidentemente no pretenden que los asesinos y los ladrones queden impunes, sino que niegan que determinados actos sean inmorales, y por tanto abogan por que el Estado deje de perseguirlos. Por tanto, no hay verdadera analogía entre la defensa de la libertad económica y la moral, porque en el primer caso, se cuestiona por principio el derecho del Estado a interferirse en las actividades económicas, mientras que en el segundo, no.

Si yo creo que el aborto es una grave inmoralidad, se podrá estar de acuerdo o no conmigo, pero no se me podrá acusar de incoherencia en mis principios liberales si afirmo que el gobierno debe prohibir tales conductas (o mejor dicho, debe perseguir conductas que están prohibidas por la moral y el derecho, en rigor el gobierno no es nadie para decidir lo que debe prohibirse o no). Por tanto, carecen de sentido esos diálogos de sordos en las que unos debatimos en términos morales, y otros en términos políticos. No se trata aquí de ver quién es más liberal, sino de si podemos moralmente eliminar una vida humana a las doce semanas de gestación, sin una razón extrema. No me salgan con que cada cual decida, porque eso ya es dar por resuelto precisamente lo que se está discutiendo, si un aborto debe considerarse delito o no. Quien opine que no lo es será acaso un liberal favorable al aborto, pero no es más liberal que los liberales contrarios al aborto.

Otra cuestión es si determinadas filosofías éticas favorecen más o menos, en la práctica, las justificaciones del papel del Estado. En mi opinión está claro que el relativismo moral siempre será usado por los gobernantes en su propio interés, y por tanto, no siempre quien más se llena la boca en defensa de la libertad individual es quien más la favorece en la práctica.

Rodríguez Zapatero, José Luis

Presidente del gobierno español (2004-20...). Llegó al poder gracias a la hábil utilización contra el gobierno de José María Aznar de los atentados terroristas de Madrid del 11 de marzo, tres días antes de las elecciones, y cuya autoría no fue aclarada. Su primer acto de gobierno fue ordenar la retirada unilateral de las tropas españolas de Iraq, en ostentoso desplante hacia la coalición de fuerzas lideradas por los Estados Unidos. Su política exterior se movió en la simpatía hacia regímenes dictatoriales y antiamericanos como Cuba y Venezuela, y promovió el establecimiento de la "Alianza de Civilizaciones", cuyo objetivo era encubrir el conflicto entre Occidente y el Islam, originado por el apoyo material que varios países islámicos prestaban al terrorismo yijadista, presentándolo como un problema de falta de "diálogo", lo que suponía repartir las culpas entre regímenes democráticos y dictaduras. En política de inmigración, favoreció la llegada masiva de inmigrantes, con los consiguientes problemas económicos y de seguridad que ello acarrearía poco después.

En el interior, Rodríguez Zapatero rompió de facto el pacto terrorista que él mismo firmó con el gobierno anterior, e inició negociaciones con la organización criminal ETA. Como parte de estas negociaciones, presionó sobre el poder judicial para que no se aplicara la Ley de Partidos, permitiendo que grupos afines a los terroristas se presentaran a las elecciones, y tratando de obtener el control de las organizaciones de víctimas, opuestas a toda cesión. Al mismo tiempo, apoyó la elaboración de un nuevo Estatuto catalán, que establecía un sistema de relaciones bilaterales entre Cataluña y España, declarando a la primera como una nación, entre otras disposiciones manifiestamente inconstitucionales. A finales de la primera legislatura (2004-2008), se escenificó la ruptura de las negociaciones con ETA, para que no perturbaran las elecciones generales, ni más tarde las autonómicas vascas.

Además de obtener con esta estrategia el apoyo de los nacionalismos catalán y vasco, y a la larga la absorción de parte de sus votantes, Rodríguez Zapatero trató de ampliar la influencia del gobierno sobre la sociedad atacando determinadas creencias morales, particularmente las cristianas, por un lado; e incrementando el gasto y el endeudamiento públicos por otro, esto último sobre todo a medida que afectó a España la crisis económica mundial. Ello se tradujo en la ley que ampliaba el matrimonio a personas del mismo sexo y, en la segunda legislatura, a implantar el aborto libre dentro de un plazo determinado.

A finales de la segunda legislatura, cuando los síntomas de la crisis eran ya evidentes, Rodríguez Zapatero los negó, acusando de antipatriota a la oposición, y llegó a afirmar que el objetivo del gobierno para los próximos años era lograr el pleno empleo. Ya en la segunda legislatura, cuando no se podía negar la crisis económica, disparándose el número de parados hasta los cinco millones, la utilizó para culpar de ella al libre mercado y justificar una ruinosa política de expansión del gasto público.

(...)

Rodríguez Zapatero dejó una España con una sociedad empobrecida y dependiente del gobierno, más parecida a un país de Hispanoamérica (asolada por el populismo) que a uno europeo. Para ello, ya desde los tiempos en que se encontraba en la oposición, fue esencial su utilización de la guerra de Iraq, en la que fue derrocado Sadam Hussein, para promover la agitación y la mentalidad antiamericana, con una función manifiestamente similar a la del discurso antiimperialista desplegado por un Hugo Chávez. Al mismo tiempo, nunca ocultó su idea de la continuidad de su régimen con el de la Segunda República de 1931-1936, en la cual la izquierda jamás había aceptado una verdadera coexistencia con la derecha, lo cual condujo a una guerra civil. El gobierno de Rodríguez Zapatero demostró una vez más que si el Estado de Derecho no impone estrictos límites a lo que puedan hacer los dirigentes políticos, bajo el pretexto de su legitimidad democrática, es perfectamente posible, por no decir inevitable, que acabe surgiendo un líder sin escrúpulos, capaz de provocar una grave regresión económica y política en su afán por reforzar su poder. (Enciclopedia Galáctica, 2ª edición, año 12.009)

sábado, 29 de agosto de 2009

El socialismo es bueno

Ha dicho el portavoz parlamentario del PSOE que la anunciada subida de impuestos beneficiará a la inmensa mayoría de españoles.

Este Alonso creo que no está valorado como se debe. Hace poco ya destacó con una afirmación extraordinariamente elocuente, de la cual se deducía inequívocamente la concepción de la moral que abrigan los socialistas. Resumiendo, moral es lo que decide el pueblo, o sea, ellos (más exactamente, el secretario general del partido). Bueno, él dijo que la moral emanaba de la constitución, pero como ésta fue votada por los españoles, y los jueces del Tribunal Constitucional los ponen los partidos que votan los españoles... Saquen ustedes mismos la conclusión.

Ahora, una vez más, el portavoz ha vuelto a ejercer de sibila impagable del socialismo. Ha dicho, permítanme que lo repita, que la subida de impuestos beneficiará a la inmensa mayoría. Esto es extraordinariamente interesante porque es exactamente la proposición opuesta a la verdadera, que es, obviamente:

(p) La subida de impuestos perjudicará a la inmensa mayoría de los españoles.

Cuando alguien muestra con solemne claridad la verdad, aunque sea en negativo, nos está haciendo realmente un gran servicio, por muy lejos que se halle de su intención. Creo que eso es lo que significa realmente el aforismo atribuido al físico Niels Bohr: "Lo contrario de cualquier gran idea es otra gran idea". A fin de cuentas, entre p y No p no existe más diferencia que una simple partícula lógica, nada, un detalle sin importancia.

Alonso actúa como el personaje que en las novelas policiacas se precipita a proclamar su inocencia: "Yo no le maté". Con ello, claro, automáticamente atrae las sospechas, lo cual no significa que a la postre no acabe siendo de todos modos el asesino. (Agatha Christie escribió más de una novela en la cual, astutamente, presentaba al asesino como el inicial sospechoso para la policía, precisamente para desviar de él cuanto antes las sospechas del lector.)

Cuando un político socialista cae en la obviedad (según su punto de vista) de afirmar que los impuestos son buenos, existe la esperanza de que al detenerse en sus palabras, a mucha gente por fin se le caiga la venda de los ojos, y aun entre brumas, empiece a vislumbrar la verdad, que los impuestos (participio de imponer) por definición no son buenos, pues detraen recursos de la sociedad para consumir, invertir y crear empleo. Es más, a quienes más perjudican es a quienes por sus bajos ingresos, teóricamente menos impuestos pagarán, pues son también aquellos cuyas posibilidades de ascensión social más dependen de la coyuntura económica general, de que se creen puestos de trabajo y crezca la competitividad, generadora de productos de calidad a precios bajos: Todo lo que la presión fiscal entorpece y castiga.

Empiezo a acariciar una loca esperanza. Que Alonso alcance un glorioso día la culminación de su arte sibilino, de su talento para la ironía involuntaria, y proclame que el socialismo genera riqueza, o simplemente que el socialismo es bueno.

Mahatma Chávez

Hugo Chávez "declara la guerra a los videojuegos violentos", titula El País. Y además presenta la noticia bajo la luz más favorable, enlazando con un artículo del mismo periódico de hace unos meses, que se hacía eco a su vez de un artículo aparecido en una revista científica, el cual concluía que existe una relación causal entre el hábito de los videojuegos violentos y la conducta agresiva en los jóvenes.

La verdad es que, por la lectura del abstract accesible sin suscripción, no me queda nada claro si la afición a este tipo de entretenimiento es causa o más bien efecto de las inclinaciones violentas, pero en cualquier caso no me negarán que queda muy propio eso de citar al Journal of Pediatrics. Estos progres chalan cuando pueden presentar sus tesis políticamente correctas (ya saben, el mal siempre es cultural, la naturaleza humana misma es una construcción cultural) como si estuvieran apoyadas por la ciencia. Discrepar entonces de ellos es cosa de indocumentados, oscurantistas y místicos.

Pero centrándonos en el fondo del asunto, no deja de resultar altamente significativo que el régimen chavista, que no sólo lleva años armándose hasta los dientes, y utilizando la violencia política contra los opositores, sino que financia y apoya a diversos movimientos terroristas de los países vecinos, la emprenda ahora contra los videojuegos presuntamente violentos.

Esto me recuerda que hace un año, el ayuntamiento de Barcelona pretendió prohibir un videojuego de acción ambientado en la ciudad condal. Lo que me da pie a confirmar una vieja observación: Cuando juegas a ser políticamente correcto, siempre hay alguien lo suficientemente cínico y sinvergüenza que está dispuesto a ser mucho más consecuente que tú. Hugo Chávez no se anda con mariconadas: él prohíbe todos los videojuegos que decida que son violentos, no uno solo. Señoritos progres de Barcelona (y algún que otro socialista del PP), descúbranse ante su maestro.

Diques frente al Estado

En mi entrada anterior, hablaba de las “referencias y apoyos” que suponen para los individuos las instituciones tradicionales frente al Estado. Quiero desarrollar esta idea.

Una característica de la izquierda, pero también del libertarismo no colectivista, es su pretensión de eliminar todas las instituciones que se interponen entre el individuo y el Estado, salvo en todo caso aquellas cuya independencia de este último es ficticia (sindicatos, la mayoría de ONGés, etc). Tanto el colectivismo como el libertarismo aducen idéntico motivo, que es la emancipación del individuo de todo tipo de servidumbres (la Iglesia, la familia, la moral tradicional, etc). La diferencia estriba en que los colectivistas saben muy bien adónde van, mientras que los libertarios no hacen más que cavar su propia fosa política.

Aunque es cierto que en determinadas épocas y circunstancias algunas de estas instituciones han tenido un papel opresivo, tampoco podemos olvidar la otra cara de la cuestión. Tanto la Iglesia como la familia constituyen redes solidarias de ayuda a los pobres, ancianos, enfermos y discapacitados que, en caso de no existir, fácilmente son acaparadas por las estructuras burocráticas. Ambas realizan también, cada una a su modo, una importante función educativa, que se resiste a ser absorbida por completo por la uniformización de la enseñanza pública. Se compartan o no muchos valores que se transmiten generalmente en el seno de la familia y en los colegios religiosos, objetivamente se trata de pequeños espacios liberados de la tutela del Estado.

Además de esto, la familia tradicional y la Iglesia tratan de inculcar patrones de conducta básicamente mediante la interiorización de los valores por el individuo. El Estado en cambio emplea fundamentalmente la coacción para imponer la conducta que desea. La tradición judeocristiana se basa en el concepto de culpa individual, el estatismo opera por definición mediante el miedo a la sanción, el castigo, y en realidad tiende a cuestionar la idea de responsabilidad individual, precisamente porque ello convierte en más necesaria la coacción. Eso no le impide gastarse el dinero de nuestros impuestos en campañas propagandísticas a favor de tal o cual causa, pero su verdadera función no es que la coacción no sea necesaria, sino desplazar y desprestigiar la educación tradicional, a la que incluso se llega a culpar muchas veces de ser la instigadora de aquellas conductas que se pretenden combatir, o por lo menos de ser ineficaz contra ellas.

Un ejemplo de manual, con el cual quizás se entienda mejor lo que digo, es el tema del maltrato doméstico. La educación tradicional deplora el maltrato a la mujer, bien es verdad que desde un enfoque paternalista, por el cual el hombre, más fuerte por naturaleza, actúa como su protector. El feminismo, con el loable propósito de defender la autonomía plena de las mujeres, ha creído que esa construcción cultural “machista” se interponía en sus objetivos, y ha tendido de manera imprudente a desacreditar lo que podríamos denominar la cultura caballeresca, que en la práctica era un freno nada desdeñable a la agresividad masculina. Resultado de todo ello: El maltrato a la mujer no disminuye, y probablemente ha aumentado. Pero la cultura hegemónica de izquierdas, en lugar de tratar de enmendar el error de estar ridiculizando siempre determinados viejos valores, insiste en sus campañas que culpan, poco sutilmente, nada menos que a dichos valores del mal, prestándose a difundir otros de carácter antitético, lo que Pío Moa denomina sin tapujos el “puterío”, y también podríamos llamar el orgasmocentrismo. Todo ello para, a fin de cuentas, implantar leyes más represivas, es decir, ampliar la coacción a costa de la moral.

Es verdad que a la izquierda le gusta proponer la educación como el remedio de todos los males. Pero la intención inmediata de este planteamiento es exigir que se les entregue a ellos la educación, para a continuación destrozarla (so pretexto de erradicar los antiguos prejuicios y métodos “autoritarios”), lo cual inevitablemente conduce a una sociedad más necesitada de la coacción.

La destrucción o debilitamiento de las instituciones tradicionales tiene, pues, resumiendo lo dicho, el doble efecto de interrumpir la transmisión de aquellos valores que al ser interiorizados por la mayor parte de la gente, permiten reducir el grado de coacción necesaria, y al mismo tiempo desmantela las estructuras de asistencia y solidaridad que también reducen el grado de dependencia del Estado de buena parte de la población.

Todo ello es coherente con los objetivos de la izquierda colectivista, que aspira a la intervención de Estado en todos los ámbitos de la existencia. Pero a los libertarios que se reclaman herederos del liberalismo clásico, habría que recordarles un principio elemental de la sabiduría política: No destruyas a un supuesto enemigo antes de asegurarte que no beneficias a un enemigo mayor.

viernes, 28 de agosto de 2009

El nuevo partido libertario

Por el blog de Jorge Valín me entero del nacimiento de un nuevo partido libertario, el Partido de la Libertad Individual (P-Lib). He leído el programa y reconozco que la mayor parte me ha sonado a música celestial. Sirvan como muestra algunos fragmentos:

"Por democrático que sea el sistema político y por legitimados que se hallen los gobernantes, el Estado no tiene derecho a invadir el ámbito de soberanía del individuo... Y sin embargo, esa invasión ocurre constantemente." (1.2.; ver también 2.2.)

"Si no se vigila y limita constantemente su expansión, el Estado incurre, por su propia naturaleza, en un crecimiento exponencial que llega a desarrollar una espiral monstruosa, ya que es enorme la presión a los políticos para que intervengan en todo tipo de cuestiones a favor de los grupos organizados que se lo exigen. Esa intervención detrae recursos del resto de los ciudadanos (la mayoría silenciosa no organizada) y hace crecer la presión fiscal (...) y la ingente base de empleados estatales que pagamos entre todos. Denunciamos esa permanente alianza entre los políticos y toda clase de grupos organizados, en perjuicio del individuo. El Partido de la Libertad Individual defiende un Estado mínimo, austero y limitado por normas que le impidan dar satisfacción a los grupos organizados en detrimento del ciudadano." (1.3.)

"Consideramos que los sistemas de cuotas obligatorias (para las mujeres o para cualquier otro colectivo) atentan contra la libertad, constituyen un insulto al grupo que se pretende apoyar, crean dudas insoportables sobre los motivos que llevan a cada persona a ocupar el puesto reservado, no contribuyen realmente a los objetivos perseguidos y generan agravios comparativos entre individuos concretos..." (3.2.1.)

"Pensamos que los ciudadanos sin antecedentes penales tienen un derecho incuestionable a poseer armas para defenderse de posibles agresiones..." (3.3.5.)

"El Partido de la Libertad Individual considera urgente obligar al Estado a descolonizar la cultura. Su colonización se ejerce mediante las subvenciones, que deben desaparecer..." (3.8.)

"Contra la visión de sus críticos, el capitalismo es un sistema altamente solidario, ya que el éxito de cada uno de sus agentes depende de su capacidad de aportar bienes y servicios al resto (...) Creemos que la mayor parte de los fallos del capitalismo se deben a las ligaudras excesivas con las que el Estado colectivista intenta limitar su acción, invadir su ámbito, frenar su desarrollo y parasitar la riqueza que genera. El capitalismo está sumamente constreñido, en casi todo el mundo, por una opresiva maquinaria estatal que le impide alcanzar todo su potencial, y al mismo tiempo sus enemigos le culpan precisamente de los males que esa maquinaria genera." (4.3.)

"El partido de la Libertad Individual rechaza la participación del Estado en la actividad económica, ya que es incompatible con su carácter de árbitro de la misma." (4.4.1.)

"Mención especial merecen los medios de comunicación de titularidad pública, cuya disolución o privatización es urgente no sólo por su despilfarro extremo y por su competencia desleal con los medios privados, sino también por su inevitable politización, que ocurre con independencia del partido gobernante en cada caso. El Estado debe liberar el espacio radioeléctrico..." (4.4.2.)

"La gestión estatal de los servicios y prestaciones ha provocado un inmenso despilfarro, un crecimiento desmedido de las plantillas de funcionarios cuyos salarios y privilegios pagamos entre todos, una escasa o nula libertad de elección por parte de los ciudadanos, una mediocridad generalizada de los servicios (debida a diversas causas pero principalmente a la ausencia de competencia y de incentivos) y una cuantía miserable de las prestaciones." (4.4.3.)

"El P-Lib considera que donde mejor está el dinero es en la calle, en los bolsillos de los ciudadanos que lo utilizan libremente y que, al hacerlo, generan empleo y riqueza. la base ética de los impuestos es débil, ya que constituyen por su propia naturaleza una expropiación forzosa bajo graves penas y son, por lo tanto, un fracaso de la civilización. Deben considerarse un mal necesario y resulta intolerable que los políticos planteen subidas con la frivolidad que generalmente les caracteriza." (4.4.6.)

"El Partido de la Libertad Individual no aprueba las subvenciones de ninguna clase a ningún tipo de empresas ni a ningún sector de la actividad económica." (4.4.8.)

"El P-Lib denuncia la realización constante de campañas publicitarias de toda índole por parte de las más diversas administraciones públicas." (4.5.)

"No podemos aceptar normas de ingeniería social que invadan la soberanía del individuo para imponerle o vetarle una u otra lengua en cualquier ámbito de la vida." (5.2.5.)

"El P-Lib, al contrario que los colectivistas de izquierda y de derechas, es un entusiasta defensor del proceso de globalización económica, sociocultural y política." (7.1.)

"...Echamos en falta un juicio moral e intelectual generalizado que condene definitivamente el comunismo, como felizmente se hizo respecto al fascismo y al nazismo." (7.2.5.)

"El Partido de la Libertad Individual defiende el derecho del Estado de Israel a la existencia y a la seguridad. Apoyamos un Estado palestino en Gaza y Cisjordania pero exijimos como condición para el mismo la renuncia definitiva a la acción armada (...) Denunciamos el uso populista y demagógico del conflicto israelo-palestino por parte de algunos partidos españoles, que ha llevado a la sociedad española a tomar partido por el bando palestino de forma acrítica." (7.5.5.)

"El Partido de la Libertad Individual rechaza el antiamericanismo asentado en la sociedad española y considera esencial la contribución de los Estados Unidos a la causa de la libertad en todo el mundo (...) Creemos necesario el fortalecimiento de los vínculos entre Norteamérica y Europa, ya que juntos constituimos el pilar fundamental de la civilización occidental, la más exitosa de toda la Historia de la humanidad por su capacidad de brindar al individuo libertad y oportunidades de progreso." (7.5.7.)

También me ha parecido del mayor interés el mapa de las ideologías, que reproduzco, y el test de autoposicionamiento ideológico (Adoro este tipo de cosas, como sabéis quienes me seguís.) Mi puntuación es superior a 800 (en una escala de 0 a 1.000), por lo que supuestamente debería correr a afiliarme (el partido se lo recomienda a quien obtenga más de 700 puntos).


Sin embargo, no lo haré, porque mis discrepancias con el programa, aunque cuantitativamente pequeñas, cualitativamente son muy serias. En resumidas cuentas, no me ha gustado nada la forma y el fondo ferozmente anticristianos utilizado en parte del texto programático provisional. Aquí, unos fragmentos de muestra:

"La Iglesia católica destaca por la virulencia de sus posiciones en defensa del modelo tradicional de familia, un modelo patriarcal que con frecuencia [!] esconde situaciones de sometimiento de algunos de sus integrantes. (...) La adscripción o no del ciudadano a una pareja o unidad familiar debe ser irrelevante a la hora de pagar impuestos o al ser considerado para cualquier otro derecho u obligación." (3.1.; traducción: nada de ayuda a las familias ni a la natalidad.)

"El Partido de la Libertad Individual apoya decididamente la reforma legislativa que ha situado a España como uno de los países más avanzados en cuanto a los derechos y libertades del colectivo de personas homosexuales y bisexuales, y considera que este papel puntero de nuestro país es motivo de orgullo cívico." (3.2.2.)

"...El vínculo de pareja, ya sea como 'pareja de hecho' o como matrimonio, debe ser fácil y rápido de contraer y de disolver, siendo bilateral su establecimiento y unilateral su ruptura. La realidad social hará necesario, también, ampliar este marco jurídico a las uniones de más de dos personas." (3.2.3)

"El P-Lib considera que la interrupción del embarazo antes de un determinado momento de la gestación, cuya determinación compete a los científicos, es una opción que debe estar disponible para aquellas mujeres que no quieran llevar a término el proceso. (...) Las leyes de plazos son mejores que otros procedimientos porque evitan la injusta exigencia de que las mujeres pasen por el proceso de tener que dar explicaciones sobre su decisión. (...) El P-Lib aborrece el fanatismo religioso que inspira muchas de las posiciones antiabortistas, cuyo efecto suele ser una invasión intolerable del derecho innegable y fundamental de la mujer a adoptar libremente la opción que entienda correcta." (3.5.2.)

"El Partido de la Libertad Individual apuesta por la plena liberalización de la investigación con células madre y con material sobrante [sic] de los procesos de fertilización, ya que se ha demostrado sin lugar a dudas que esta investigación reporta grandes avances médicos que benefician al ser humano. Los prejuicios religiosos en esta materia no deben obstaculizar el progreso de la ciencia." (3.5.3.)

"Rechazamos la presencia de símbolos religiosos de cualquier tipo en las tomas de posesión de los cargos públicos, así como en los edificios oficiales (incluidos los escolares)..." (3.7.)

El libertarismo, entendido como una desviación radical del liberalismo (al igual que históricamente lo es el socialismo), comete el grave error de atacar a instituciones como la Iglesia o la familia, con el argumento de que no tiene sentido liberar al individuo de la tiranía estatal, para entregarlo a otro tipo de servidumbre. Sin embargo, la experiencia demuestra que determinadas instituciones actúan como eficaces diques de contención del expansionismo estatal. O dicho de otro modo, defender un individualismo extremo acaba sirviendo, aunque parezca paradójico, a la causa del estatismo, porque favorece una sociedad atomizada, carente de referencias y de apoyos, y sumamente inhábil para hacer frente a las intromisiones del aparato político, que es por definición el que cuenta con los mayores medios coactivos.

El libertarismo tiende a desdeñar la experiencia y la tradición en nombre de una construcción racional supuestamente irrebatible. Filosóficamente, se trata de una posición candorosa. Desterrar por completo la religión del ámbito público porque se basa en principios indemostrados, equivale a sostener que existen principios éticos que sí han sido demostrados formalmente, lo que es falso, y a fin de cuentas es tan sectario y despótico como lo pueda ser la defensa de un estado confesional, cosa que yo no hago.

Decir, como hacen los seudoprogresistas, que los católicos no pueden imponer a los demás su moral en el tema del aborto tiene una fácil réplica: ¿Pueden entonces los proabortistas imponer la suya? No me sirve decir no abortes si no quieres, porque si mi moral, católica o no, me lleva a considerar el aborto como un crimen, no puedo permanecer indiferente ante los actos ajenos, sino que debo actuar en defensa de aquellos que no pueden defenderse, que son los seres humanos en edad fetal o embrionaria.

El racionalismo dogmático (en el sentido de opuesto al empirismo, no al irracionalismo o al “misticismo”, que se blanden como espantajos) conduce fatalmente al totalitarismo. Quienes están en posesión de una verdad última seudorracional o seudocientífica anhelan una sociedad perfecta (a su gusto, claro), sin arcaicos símbolos religiosos, y sin el menor espacio carente de regulación (legalización de la prostitución, etc), cuando un rasgo fundamental del liberalismo clásico es la renuncia a los utopismos, o si se quiere, un prudente conservadurismo (laissez passer) para todas aquellas cuestiones que no choquen frontalmente con sus principios fundamentales. ¿Qué problema representa para la libertad un crucifijo en un aula? ¿La hipersensibilidad de algunos nos debe obligar a los demás a privarnos de la contemplación de elementos culturales que nos pueden resultar entrañables?

Si el P-Lib obtiene en el futuro una pequeña cuota de poder en alguna administración, no serán, previsiblemente (ojalá me equivoque), sus propuestas de reducción drástica de gasto público y funcionarios las que prosperarán, sino aquellas más vejatorias con la moral tradicional y las creencias de una parte considerable de la población, porque estas son muy fáciles de aplicar, desde el momento que no suponen la renuncia de la casta política y burocrática a ningún privilegio; todo lo contrario, son un motivo más de autobombo y de intimidación de toda discrepancia, que pasa por retrógrada.

Escupirle a los conservadores a la cara, es ante todo un error de fondo del P-Lib: Pero también es un error táctico. Fácilmente podría ser absorbido por la izquierda, como un grupúsculo más, del que ésta tomaría sólo sus reivindicaciones más folclóricas, coincidentes con las de Izquierda Unida o grupos similares, eclipsando y desvirtuando el núcleo de su mensaje.

Al final, el regusto que deja la lectura de algunas partes del programa del P-Lib es bien poco liberal. Unas personas que consideran que la separación de sexos en la escuela es comparable a la ablación del clítoris (3.2.5.), revelan muy poco respeto para la pluralidad de puntos de vista, una obsesión enfermiza por el uniformismo laicista que provocará el rechazo de muchos liberales, precisamente porque lo somos profundamente, y no una especie de criptorreaccionarios, que es como nos quieren encasillar.

Es una lástima, porque como he destacado al principio, gran parte de su ideario, no sólo la económica, es totalmente admirable… Pero poco dura la alegría en la casa del pobre. De todos modos, no descarto que en el I Congreso del nuevo partido, estas críticas (que no son sólo mías, claro está) tengan su efecto, y le conduzcan a limar las asperezas e inmadureces de su programa. Sobre todo, es esencial que en el tema del aborto como mínimo adoptaran una postura abierta, de dar libertad (la palabra seguro que les suena) a sus militantes.

Por ahora, mientras no aparezca el Partido Liberal-Conservador que me gustaría, yo sigo encontrándome en una especie de tierra de nadie entre el PP y el P-Lib.

sábado, 22 de agosto de 2009

Sobre todo, que Cataluña sea social

"Està d'acord que Catalunya esdevingui un estat de dret, independent, democràtic i social, integrat en la Unió Europea?"

Es la fórmula de la consulta que el ayuntamiento de Arenys de Munt (a menos de 50 km de Barcelona) realizará el 13 de setiembre, a todos los empadronados en el municipio mayores de 16 años que acudan a votar.

Llama la atención, ante todo, la cautela con la cual los promotores del referéndum independentista local se anticipan a garantizar que el hipotético estado catalán sería un estado de derecho, democrático, social e integrado en la Unión Europea.

Aunque lo de "social", que también aparece en la constitución española, nunca lo he entendido muy bien. Supongo que se refiere a que no debe existir nada de libre mercado en educación, sanidad o pensiones, que como todo el mundo sabe es algo horripilante. La libertad de mercado está bien para la alimentación, el vestido, los electrodomésticos, los automóviles, las agencias de viajes, las peluquerías, la odontología, la oftalmología, la carpintería de madera y de aluminio, la fontanería, la yesería, pintura, fotografía, informática, decoración, hostelería, mensajería y un sinfín de otras actividades. Pero por alguna razón, la sanidad o las pensiones de jubilación no pueden dejarse en manos de la sociedad. Así lo comprendió perfectamente el Caudillo de España por la Gracia de Dios, instaurador del actual sistema de seguridad social, que incluso los independentistas catalanes prometen mantener.

Claro que la sanidad pública, la educación y las pensiones cuestan una cantidad astronómica de dinero, que si permaneciera en los bolsillos de los ciudadanos se traduciría en un aumento de la inversión, del empleo, el consumo y los salarios, lo que permitiría a las clases medias poder elegir los seguros médicos y de otro tipo que la clase media norteamericana se puede permitir el lujo de costear, manteniendo un nivel de vida superior al nuestro. Pero eso es capitalismo salvaje, qué horror, nosotros preferimos ser un poco más pobres y ahorrarnos la fatiga de tener que elegir (aags!) entre diferentes seguros privados. ¡Con lo cómodo que es que la administración te dé ya las cosas hechas!

Cataluña independiente, sí, pero a condición de que se parezca lo más posible a España: Mucho estado, mucho intervencionismo y mucha dependencia de la administración. Dirán que ganamos mucho con el cambio, pero la verdad, yo sigo sin entenderlo.

viernes, 21 de agosto de 2009

La superstición política

Sánchez Dragó, en su columna de El Mundo del pasado martes se pregunta retóricamente: "¿Vivíamos mejor con y contra Franco?" Y se responde sin el menor matiz remilgado: "Sí, porque éramos más libres."

Seguro que muchos se escandalizarán ante semejante afirmación. En una entrada anterior, titulada ¿Pío Moa, Liberal?, algún comentarista me trató de ignorante por afirmar que en algunos aspectos, existía mayor libertad no sólo en tiempos de Franco, sino incluso en los de María Antonieta.

En el presente se concede gran importancia a términos grandilocuentes, como la libertad de expresión, el derecho de sufragio, etc, mientras que toleramos mil y una pequeñas coacciones gubernamentales que hace pocos siglos, o incluso pocas décadas, nadie hubiera podido imaginar. Si un policía de tráfico nos obliga a detenernos cuando circulamos en automóvil, es probable que si se esmera lo suficiente encuentre algún motivo de sanción: Tantas son las normativas y leyes que regulan el hecho de desplazarnos en vehículos a motor. Y los ejemplos se multiplican cuando tomamos en consideración casi cualquier otro ámbito.

El problema de estas regulaciones es que, consideradas una por una, suelen parecer tan sensatas y necesarias que encuentran fácilmente ingenuos defensores entre muchos de los ciudadanos que las padecen. Pero su carácter acumulativo, y sobre todo su crecimiento ilimitado las convierten en una de las amenazas más tangibles que se ciernen sobre las sociedades libres.

Por eso, aunque no siempre simpatizo con las boutades de Sánchez Dragó, y tiendo a desconfiar de las contradicciones de su pensamiento, que pasa fácilmente del liberalismo a cierto discurso antioccidental, en esta ocasión, como en otras muchas, me parece que tiene toda la razón. No es casual que quienes verdaderamente se jugaron el tipo contra la dictadura, como Sánchez Dragó y Pío Moa, tengan la osadía de decir lo que piensan del régimen parlamentario. Que las libertades se vean recortadas en nombre de la voluntad popular, no cambia la naturaleza despótica del fenómeno. Como sentenció Herbert Spencer en El Hombre contra el Estado:

"La gran superstición política del pasado fue el derecho divino de los reyes. La gran superstición política del presente es el derecho divino de los parlamentos."

jueves, 20 de agosto de 2009

Ver las estrellas

Uno de los principales mecanismos de expansión del estado es aquel que actúa a través de infinidad de organizaciones, asociaciones, gremios, colegios profesionales, etc que reclaman la intervención de la administración en los más variados asuntos. La naturaleza de estas asociaciones es menos importante de lo que podría parecer. Abarca desde chiringuitos directamente subvencionados hasta respetables organizaciones profesionales, aparentemente ajenas a cualquier pretensión política.

Al regresar de mis vacaciones en un pequeño pueblo, en las que he podido disfrutar de las noches pobladas de estrellas, entre otras cosas que los habitantes de las ciudades hemos perdido hace tiempo, me encuentro con la noticia de que la Unión Astronómica Internacional reclama medidas contra la contaminación lumínica, sin descartar una reducción de la luminosidad de las ciudades. Y para ello, no duda en postular un "derecho" de todo ser humano a gozar de la contemplación de los astros.

Por supuesto, este tipo de reivindicaciones son del máximo agrado de multitud de políticos y altos funcionarios de todas partes, que demuestran su "sensiblidad" ante ellas, tratando de imponer restricciones a la libertad de las personas para iluminar sus viviendas, propiedades y negocios, sea con fines comerciales, de seguridad o sencillamente estéticos. En nombre de la astronomía y del medio ambiente propugnarán ciudades más oscuras y menos acogedoras, y encima recibirán no pocos elogios por ello.

¿Quiere usted contemplar la Vía Láctea? Pase unos días -se lo recomiendo- en algún pequeño pueblo del interior, contribuyendo de paso al turismo local, pero no aplauda a quienes se valen de cualquier pretexto para mandar y organizar las vidas ajenas, ahogando progresivamente la libertad individual con una red cada vez más intrincada de absurdas regulaciones, no por nimias menos tiránicas. Que ya nos conocemos la historia.

viernes, 7 de agosto de 2009

Hace 64 años...

...que un presidente del Partido Demócrata ordenó la destrucción de Hiroshima y Nagasaki. Bueno, es verdad que lo sabe todo el mundo, pero me da a mí que si hubiese sido del mismo partido que Bush, se recordaría más a menudo.

Kompromissen des Daseins leben

No he leído la entrevista de Die Zeit a Almodóvar porque no sé alemán. Pero de los extractos que han traducido varios medios, me ha llamado la atención aquel en el que afirma que “mis familias son más reales que las del Papa, porque no viven de acuerdo a algún tipo de dogma, sino de acuerdo a sus compromisos con la vida”. (Meine Familien sind realer als die des Papstes, weil sie nicht nach irgendwelchen Dogmen, sondern in den Kompromissen des Daseins leben.)

Realmente desconocía que hubiera familias basadas en un dogma. En mi ingenuidad, yo hasta ahora creía que lo típico era aquello tan vulgar de los guiones de cine: Chico conoce chica o viceversa. En un porcentaje determinado de estos casos, la relación se estabiliza y hasta termina felizmente en un bebé, pero que yo sepa, el Papa ahí no interviene para nada.

Lo que definitivamente soy incapaz de comprender es lo del Kompromissen des Daseins leben, pese a que me atreví hace tiempo con El ser y el tiempo de Heidegger. ¿Qué diablos puede significar? En un principio, se me ocurrió que “compromiso con la vida” es una forma de expresar la oposición al aborto, pero algo me dice que no es el caso de Almodóvar, uno de los más conspicuos artistas de la ceja. Así que o bien la expresión encierra un profundo pensamiento filosófico, o bien se trata de la típica mamarrachada progre, que no quiere decir nada porque sólo pretende transmitir “buen rollito”. Y qué buenos somos los progres, que no “criminalizamos” (esta palabra que no falte nunca) las otras formas de familia como hace la derecha vaticanista y casposa.

Propongo el siguiente ejercicio: Imaginemos una pareja de gays, con titulación universitaria y nivel de renta alto. ¿Serían mejores padres que una pareja heterosexual, con problemas de violencia doméstica y adicción a las drogas? Qué duda cabe que sí. Pero ahora imaginemos que la pareja formada por una mujer y un hombre también tiene un alto nivel educativo y de renta, es decir, que la comparación es la válida. ¿Cuál creen ustedes que es preferible para un niño, teóricamente? Y por favor, dejémonos ya de hipocresías. Si dar la respuesta más acorde con el sentido común es “criminalizar” a los homosexuales, me preguntó cómo llamaremos a lo que les hacen en algunos países de la Alianza de Civilizaciones.

martes, 4 de agosto de 2009

El abecé del servilismo

El Plan E amortigua el paro por tercer mes consecutivo. Diréis que es un titular de El País, o de Público. Pues no, es de ABC. Supongo que ésta es la clase de conservadores, en el sentido de zalameros con el gobierno de turno, a la que se refería Hayek cuando escribió su famoso ensayo titulado Por qué no soy conservador.

No soy periodista, pero intuyo que un titular debe plasmar lo esencial de una información, no lo accesorio. Si en el mes de julio hay 20.000 y pico inscritos menos en el INEM, pero respecto al mes de julio del año pasado la contratación ha disminuido casi un 14 %, la lectura más lógica es que seguimos enfangados en una grave crisis, por mucho que sin el impulso estival del turismo, la cosa aún podría ser peor, en términos absolutos. Y eso sin contar las fundadas dudas que deben inspirarnos las estadísticas oficiales.

Pero incluso concediendo que la noticia fuera esa cifra de veinte mil y pico parados menos, sugerir en tipos grandes que es gracias al plan de obra pública de Zapatero sencillamente es engañar. Basta con analizar superficialmente los números para darse cuenta de que de los aproximadamente 28.000 empleos creados en julio (frente a más de 7.000 destruidos), sólo la cuarta parte pertenece al sector de la construcción, con lo que el empleo estrictamente creado por las obras municipales del “Plan E” aún será menor. En cambio, el sector servicios (que incluye la hostelería y demás ramas directa o indirectamente estimuladas por el turismo) es responsable de casi el 50 % de los nuevos empleos. Por tanto, un titular mucho más cercano a la verdad hubiera sido evidentemente: “El turismo amortigua el paro”.

Luego, en un artículo más de fondo, podríamos discutir incluso si el endeudamiento del sector público para financiar nuevas rotondas o piscinas no destruye indirectamente más puestos de trabajo de los que crea, al drenar fiscalmente recursos que el mercado utiliza mucho más eficazmente. Pero un diario que ya en sus titulares de primera página ejerce de órgano de la propaganda oficial, qué quieren que les diga, no merece que pasemos a las siguientes.

lunes, 3 de agosto de 2009

El nacionalismo español y Gibraltar

La réplica del nacionalismo catalán a cualquier crítica que se le haga, del tipo que sea, es que está inspirada en el nacionalismo español. Uno puede argumentar acerca de los derechos individuales (por ejemplo, el de elegir la lengua en que se quiere escolarizar a los hijos), pero es inútil: Para un catalanista, cualquiera discrepancia pone meramente de manifiesto a otro nacionalista. Así, aquel japonés que escribió una carta a un periódico tachando de provinciano el sistema de inmersión lingüística en catalán, supongo que debe ser un nacionalisa… japonés, claro. Quién sabe si un nostálgico del Imperio de Sol Naciente.

Sea cierto o no que existe un nacionalismo español relevante, en boca de un catalanista se trata casi siempre de un argumento ad hominem, que le permite descalificar a su interlocutor eludiendo sus razonamientos. Es algo que recuerda, una vez más, a la manera de proceder de la izquierda, cuando se limita a acusar a los liberales o conservadores de enemigos de los trabajadores, sin entrar en la cuestión de fondo de qué política les beneficia más.

Pero lo curioso de este argumento es la conclusión que los nacionalistas extraen de él: Que la razón la tienen ellos. ¿Por qué? ¿Es que unos nacionalismos valen más que otros?

En un artículo del diario Avui, sobre el que nos ha llamado la atención Albert Esplugas, el Sr. López Tena habla incluso de nacionalismo español “etnicista”, señalando como si fuera la prueba del nueve la reivindicación de la soberanía de Gibraltar, frente a la indiferencia por Perpiñán. No entraré en la cuestión de si las frecuentes manifestaciones de este individuo contra todo lo que suene a España están relacionadas con algún mecanismo de compensación psicológica por su españolísimo apellido paterno. Sólo me gustaría hacer dos observaciones elementales:

Primero, Gibraltar es un enclave de interés geoestratégico, Perpiñán para España no. Considerada la cuestión en abstracto, es mucho mayor el interés del estado francés en tener la frontera en los Pirineos, que no el de España en conservar un territorio de difícil defensa allende esa cordillera. Por tanto, a ambos países les conviene el actual statu quo, aunque a Francia especialmente. Es exactamente la situación opuesta al caso de Gibraltar, un caramelo para británicos y españoles, pero sobre todo para los últimos, que son quienes deberían invertir menos en comunicaciones y en defensa para mantenerlo bajo su soberanía, por razones geográficas obvias.

Segundo, muchos otros países mantienen reivindicaciones territoriales sobre lo que creen parte innegociable de su territorio, y no han renunciado formalmente a ellas, aunque sí, como es nuestro caso, a tomar medidas unilaterales para recobrar su soberanía. ¿Por qué a España debería exigírsele un desprendimiento –vamos a llamarlo así– superior a los demás? Defender los propios intereses no me parece que sea “nacionalismo etnicista”. Pero en cualquier caso, es lo que hacen todos los estados y todos los individuos, y cuando alguien cuestiona el egoísmo de los demás, como si él estuviera libre de ese atributo humano, tenemos ahí un ejemplo clamoroso de hipocresía y de fariseísmo.

Confieso que a mí, al contrario que a los ministros de Hacienda, me caen bien los paraísos fiscales, y por tanto puedo comprender perfectamente los deseos de los gibraltareños de mantener su situación actual. Pero eso es perfectamente compatible con el hecho de que formalmente España no ceda un ápice en su soberanía, o por lo menos no acepte ninguna ruptura unilateral del statu quo, como ocurrió en el caso de Perejil, en el que Aznar a mi entender actuó exactamente como correspondía. Los gibraltareños hacen bien en defender sus intereses. No veo, insisto, por qué España sería censurable por hacer lo mismo; aunque Moratinos seguro que sí lo entiende.

domingo, 2 de agosto de 2009

Juan María Uriarte es un mal cristiano

El obispo Juan María Uriarte lo ha vuelto a hacer. De nuevo, después de condenar (faltaría más) los últimos crímenes de ETA, que han acabado con la vida de dos guardias civiles y, en el caso de Burgos, pudieron provocar una tragedia mucho mayor, ha vuelto a hablar de "diálogo", de "converger en una fórmula de convivencia tejida entre todos y aceptable para todos", y ha hecho un llamamiento a los partidos, grupos sociales y ciudadanía en general a buscar una "concertación".

Es decir, que si no existe "paz" en el país Vasco, no es sólo porque unos determinados sujetos se dedican a asesinar y extorsionar, sino por alguna otra razón más compleja.

Este discurso no tiene nada de cristiano, porque si alguien mata y roba, sólo él es culpable ante Dios. Cuando el asesinato y el robo se contextualizan como parte de un problema social, en realidad se está transmitiendo a los asesinos el mensaje de que sus crímenes, aunque moralmente reprobables, tienen un sentido, aunque sólo sea el de reclamar la atención acerca de un concflicto en el cual la responsabilidad se diluye entre dos partes.

Que un cura diga esto, es mucho más grave que si lo escuchamos en boca de un representante político del nacionalismo o la izquierda. Porque al menos estos serían coherentes con sus ideologías colectivistas, que descreen de la salvación individual y supeditan el concepto de culpa a categorías de otro orden. Pero Uriarte abusa de su condición pastoral cuando violenta el verdadero sentido del cristianismo, sugiriendo que no basta con que los asesinos dejen de matar y se arrepientan de sus pecados para que haya paz. Es un mal obispo y sobre todo un mal cristiano.

Catalanes alienados

Uno de los infinitos chiringuitos nacionalistas que nos chupan la sangre, Plataforma per la Llengua, ha denunciado en un estudio que el cine en catalán es prácticamente inexistente en Tarragona, "pese a la demanda creciente". Y culpa a los propietarios de salas de proyección, a los que acusa de no saberse adaptar a la realidad del "país" (Cataluña, cómo no) después de "más de 20 (sic) años de democracia". Por todo ello exige la "regulación" del sector, es decir -imagino- que el doblaje en catalán se imponga por decreto y lo paguemos todos, vayamos o no al cine.

Por supuesto, si se proyectan tan pocas películas en catalán es precisamente porque los distribuidores se "adaptan" a la realidad social, no lo contrario. Si de verdad hubiera suficiente demanda, al igual que con cualquier otro producto o servicio, la oferta surgiría por sí sola, tarde o temprano.

Ahora bien, sí que es cierto que la escasez de películas dobladas al catalán no se corresponde con el porcentaje de catalanohablantes. O dicho de otro modo, incluso los catalanohablantes prefieren mayoritariamente ver las películas dobladas al castellano. ¿Por qué sucede esto? Se me ocurren dos razones. Una es que el público está acostumbrado a que sus actores preferidos sean doblados por la misma persona, y son reacios a que les "cambien" la voz. Pero más importante me parece el hecho de que generalmente la gente no va sola al cine, sino en familia, pareja o pandilla y, cuando el grupo, como es frecuente, no es monolingüe, se suele preferir la lengua que entienden todos perfectamente, que es el castellano.

Un nacionalista indudablemente replicaría que le vengo a dar la razón, que el catalán siempre acaba cediendo, y que por eso no hay mas remedio que imponer regulaciones desde arriba. Vamos a ver si lo entiendo. Si yo, que soy catalanohablante, voy con mi mujer, que es castellanohablante, a ver una película en castellano, resulta que estoy siendo oprimido lingüísticamente por mi señora esposa, y necesito que el gobierno autónomo acuda en mi rescate, restringiéndole a mi mujer (y de rebote a mí) su libertad de ver películas dobladas al idioma que le dé la gana. Pero ¿qué ocurre si yo no soy consciente de esta supuesta opresión? ¿Estaré alienado?

Al final, la dialéctica nacionalista es un calco, con otros términos, de la dialéctica izquierdista. Los obreros están explotados por los empresarios, y si ellos mismos no lo ven así, es que están alienados, han perdido la conciencia de clase. Por tanto, hay que salvarles, incluso aunque prefieran trabajar antes que quedarse en el paro. O, en el caso que nos ocupa, debemos salvar el catalán, incluso aunque a la mayoría de catalanes les parezca más importante comunicarse, en la lengua que sea.

Ya dijo Cioran que la sociedad es un infierno de salvadores... Aunque se les conoce más como socialistas o, según los casos, como nacionalistas.