sábado, 4 de octubre de 2008

Primera (?) víctima de la crisis en Red Liberal

Quien esto escribe se encuentra ahora mismo en el paro. Pero más interesante que mi situación personal es cómo se ha producido, porque me temo que es paradigmática del momento que vivimos.

La empresa en la que he trabajado los últimos siete años daba empleo directo a unas 25 personas. Hace alrededor de un año, sufrió un impago (o sea, un robo) de unos 200.000 euros, a manos de una constructora. Tras recurrir a la Justicia Española (JE) la cosa acabó en que el deudor se fue de rositas, y nuestra empresa quedó tambaleante. Los propietarios (miembros de la misma familia) hubieron de hipotecar sus viviendas personales, obtenidas tras muchos años de esfuerzo, para poder mantener en pie el negocio del que dependían, como he dicho, unas 25 familias.

Con todo, la brusca caída de las ventas (general en el sector) les obligó en el último mes a despedir a unos 7 u 8 empleados. Pero la puntilla la ha dado un nuevo impagado de otra sociedad constructora, que asciende a los 180.000 euros. La empresa se ve obligada a cerrar y los dueños lo pierden absolutamente todo, incluso las casas donde viven. Están arruinados. En comparación, los asalariados que nos vamos a la calle, no salimos tan mal parados. Cobramos la prestación de desempleo y tenemos que buscarnos otro trabajo, pero al menos partimos de cero, no quedamos endeudados de por vida.

Yo sólo tengo palabras de agradecimiento hacia quienes durante estos años me han permitido mantener dignamente a mi familia y me han tratado inmejorablemente, hasta el último momento. Ellos son los verdaderos capitalistas, los que crean riqueza sirviendo a los consumidores, dando vida a los proveedores y empleo a los trabajadores. Los canallas que les han llevado a la ruina, por el contrario, no tienen nada que ver con el capitalismo ni el mercado libre, sino con la cleptocracia surgida al amparo de la corrupción política.

Porque al final, el problema de fondo es político. Mientras la gente siga siendo narcotizada con las cantinelas contra el "neoliberalismo" y sus variantes (ahora el ex ultra Gallardón ha descubierto el "ultraliberalismo"), el Estado de Derecho -aquel en el que los estafadores no se salen con la suya- continuará siendo una expresión vacía, infinitamente maleable en manos de autoridades que exigen control y regulación para todos menos para ellas y su corte plutocrática.