miércoles, 25 de junio de 2008

Muerte a la contra climática

En un artículo publicado en El Mundo de hoy, titulado Dos décadas de resistencia numantina, el catedrático de Física Antonio Ruiz de Elvira denuncia "la carrera hacia la autodestrucción de la civilización" que representa el uso de combustibles fósiles, cuyos efectos sobre el clima ya vaticinó en 1988 Jim Hansen. ¿Que quién es este Hansen? Pues uno partidario nada menos que de juzgar por crímenes contra la humanidad a los ejecutivos de las compañías petrolíferas, por sembrar dudas sobre el cambio climático.

Cuando uno está en posesión de la verdad absoluta y de la fórmula salvadora de la humanidad, toda represión contra quienes se le opongan le parecerá justificada. Es exactamente la misma psicología que en los regímenes comunistas lleva a perseguir sin piedad a quienes se califica como contrarrevolucionarios.

Ruiz de Elvira se muestra como un seguidor fiel de su maestro Jim Hansen, en el sentido de que no se anda con excesivos matices.

"Los grandes señores feudales actuales -dice-, los dueños de las empresas del petróleo, los jeques árabes y los caudillos hispanoamericanos realizan desde hace años una campaña semiexitosa contra la realidad, casi convenciendo a los pueblos de que el cambio climático es una invención de un puñado de científicos chalados."

No vale la pena detenerse demasiado en el pobre bagaje conceptual en ciencias sociales que delata la expresión "señores feudales", aplicada a accionistas o a jefes de Estado. No hace mucho, un artículo de Francisco Capella nos ilustró brillantemente acerca del grado de ridículo en el que caen a veces algunos científicos cuando se creen que pueden pontificar sobre cuestiones sociopolíticas y económicas, sin la cautela y la humildad que normalmente emplean cuando opinan de otras disciplinas que no entran dentro de su especialidad.

Lo que me ha llamado la atención es que incluya a los "caudillos hispanoamericanos" dentro del partido de los escépticos climáticos. Este hombre por lo visto no se ha enterado de las tremendistas declaraciones de Evo Morales en las que acusa, cómo no, al capitalismo de estarse cargando el planeta mediante las emisiones de CO2. Ni de las de Castro, o incluso, pese a sus intereses petrolíferos, las de Chávez.

Pero lo que ya me lleva preguntarme en qué mundo vive Ruiz de Elvira, es su queja de que partidarios y detractores de la nueva religión climática "reciben el mismo peso" en la televisión. Me pregunto qué canales ve este señor, pues en los medios de comunicación que yo conozco, salvo escasas excepciones, no es que se decanten descaradamente por las tesis apocalípticas, es que incluso se oculta que exista siquiera un debate sobre su validez científica. Eso por no hablar del talante dogmático que manifiesta quien se escandaliza de que dos posturas intelectuales reciban el mismo trato.

Una vieja táctica del discurso progre consiste en presentarse como minoritario y débil en un mundo dominado por la ideología "neoliberal". Evidentemente, la situación es exactamente la contraria, la mayoría de periodistas occidentales son en mayor o menor grado de izquierdas, pero no importa, como la posición débil siempre le parece a la izquierda más digna de simpatía, se complace en verse a sí misma como si estuviera reducida a una reserva india. Y nuestro apóstol del cambio climático es en esto un perfecto progre de manual.

Por si quedara alguna duda de ello, remata su breve artículo criticando al propio Zapatero por no pasar de la retórica a los hechos en la lucha contra el cambio climático. Concretamente, se indigna por que "se autorizan nuevas refinerías, se sigue produciendo electricidad con carbón" y "aumentan las facilidades para los coches, mediante cada vez más kilómetros de autovías". Este es el esplendoroso futuro que nos prometen los visionarios del clima. Mayor intervención en la economía, menos autovías. Y a la cárcel con los contrarrevolucionarios. ¿Les suena la música?