domingo, 20 de abril de 2008

Que se vaya

Es digno de nota. Tenemos que los gays quieren formar una familia tradicional. Los pacifistas nacionalistas quieren ser ministros de Defensa. Los ecologistas en el gobierno catalán miran para otro lado ante escapes radiactivos y apoyan trasvases hídricos. Conclusión: La derecha quiere ser socialdemócrata.

En esta línea, pronto podremos escuchar a Solbes dar consejos de liberalismo a Rajoy, del mismo modo que se los han dado ya de patriotismo, o de amor a (todos los tipos de) familia. Y si Zapatero hace caso a Antón Uriarte, pronto le dirá al jefe de la oposición que no hay que generar alarmismo con lo del cambio climático. ¿Estoy de coña? En absoluto. En cuestiones ideológicas pasa como en cuestiones sentimentales. Cuando te duermes, aparece indefectiblemente otro que te levanta a la chica. Y me abstengo de desarrollar la metáfora para no caer en chabacanerías.

En mi anterior entrada, resumí la posición de Rajoy diciendo que la libertad no es suficiente, entendiendo esto tanto en clave interna (sumar y no restar, etc), como en sentido filosófico, como concepción de la sociedad. Pues bien, por sí sola, esta afirmación es irreprochablemente cierta. El problema es la consecuencia que extrae Rajoy, que es el Estado quien debe suplir las supuestas insuficiencias de un sistema de libre mercado. Don Mariano, pues, se nos revela como un estatista más, al igual que Zapatero, y con ello, creyendo integrar, creo que puede conseguir justo lo contrario, irritar a todos, tanto a liberales como a conservadores. Porque lo que necesita la libertad, no es más Estado, sino Principios Morales. Eso es lo que caracteriza a la derecha liberal, la única que realmente ofrece una alternativa a la izquierda política y cultural. Rajoy, al optar por el mucho menos ambicioso objetivo de ser una alternativa al gobierno actual, seguramente no conseguirá ni siquiera esto.

Los Principios Morales son los que ayudan a los débiles de la manera más eficaz, y ello de dos maneras. Primero, estimulándoles a salir adelante por sí mismos, al disuadirles en la medida de lo posible de querer vivir de la sopa boba, es decir, sostenidos por las laboriosas clases medias. Y segundo, manteniendo las redes familiares y asociativas privadas que tradicionalmente han sido las encargadas de ayudar a los pobres, los enfermos y los ancianos. Los socialistas de izquierda y derecha, en cambio, opinan que eso es tarea del Estado. La diferencia es que con ello, los primeros refuerzan su poder, mientras que los segundos se conforman con ser los eternos suplentes. Es decir, refuerzan también al poder, sea en la forma de un monopolio o de un duopolio. Porque renunciar a un mensaje con el pretexto de que la mayoría de los españoles no lo comprenderán, no es simplemente dar la batalla por perdida, es querer estar siempre en el lado del vencedor, a costa de lo que sea y como sea, tomándonos a los 10.169.973 votantes de Rajoy por más ilusos de lo que ya hemos demostrado ser hasta ahora.

Por eso, quizás no sea un mal consejo que se vaya Esperanza Aguirre. Quizás si aparece un nuevo partido esos diez millones largos de votantes tengamos por primera vez la libertad de elegir entre el zapaterismo light de Rajoy, y una verdadera alternativa al zapaterismo. Dicho más brevemente: Libertad de elegir. O más breve todavía: Libertad. Eso que "los socialistas de todos los partidos" a los que se refería Hayek ven tan necesitado de matizaciones, aclaraciones, escolios y sí peros.

Que se vaya. A poder ser Rajoy, claro. Y si no, que no se preocupe, ya nos iremos otros.

ACTUALIZACIÓN: Los hechos me han dado la razón antes de lo que esperaba. Me refiero a lo de Solbes dando lecciones de liberalismo a Rajoy, como nos ha revelado Ajopringue. Insisto: lo decía completamente en serio.