viernes, 18 de enero de 2008

Con Israel, siempre


El filonazi Ahmadineyad ha vuelto a amenazar a Israel... Quiero aprovechar para decir algo. Las ideas de este blogger han cambiado mucho desde la adolescencia, han pasado del marxismo frankfurtiano veinteañero hasta el neoconservadurismo cuarentón de hoy, con toda una serie de pasos intermedios que ahorraré al sufrido lector. Pero en una cosa al menos me he mantenido siempre invariable, y es en el sentimiento proisraelí. No se trata sólo, aunque también, de que Israel sea la única democracia de Oriente Medio -con la todavía precaria excepción de Iraq. Es que incluso cuando era de izquierdas, no podía dejar de admirar a un país que, aun sin contar con sus derechos históricos innegables, los judíos se han ganado a pulso. Construir una nación tan insultantemente próspera (¡pese a sus coqueteos iniciales con el socialismo!) en medio de un desierto sin petróleo, es algo que los árabes no les podrán perdonar nunca.

Se engaña quien crea que al mundo musulmán le ha importando nunca un pimiento la suerte de los palestinos. Sencillamente, el conflicto palestino-israelí le sirve para explotar el esnob sentimiento de culpa occidental. De esta manera intenta neutralizar el instinto de conservación de Occidente frente al avance islamista, al tiempo que dificulta el apoyo a Israel. Todo ello con la abrumadora y necia colaboración de la mayor parte de los medios de comunicación.

Que recuerde, el primer libro que leí de César Vidal, antes de que fuera tan conocido como lo es ahora, fue El holocausto (Alianza Ed.) El padecimiento del pueblo judío es uno de los motivos por el que siempre he tendido a simpatizar con él. Pero lo que me lleva a admirarlo -además de Kafka, Einstein o Woody Allen- es la historia posterior a 1945, la fundación del Estado de Israel, las victorias militares frente a sus vecinos árabes, la persecución de los criminales nazis por todo el mundo. Quien no se sienta movido a aplaudir tales gestas, es que está infectado, en el mejor de los casos, por el virus del autoodio. Porque efectivamente, aunque no seamos judíos, éstos son parte de Occidente, y toda amenaza a Israel es una amenaza contra nuestra civilización. Aunque los cretinos que nos gobiernan no quieran enterarse.