jueves, 29 de noviembre de 2007

Guerrilla cultural

Una ONG muy conocida ha anunciado que en lugar de la tradicional recogida navideña de juguetes para los niños más necesitados, este año, al menos en Tarragona, se dedicará a sensibilizar a los pequeños a fin de que rechacen juguetes bélicos y sexistas. Es decir, se sustituye la caridad (eso tan carca) por el adoctrinamiento (que debe ser el colmo de la modernidad).

Con ello se conseguiría iniciar a los niños desde la más tierna edad en la doblez y la hipocresía, animándolos a fingir, delante de los mayores, que no quieren jugar con pistolas, espadas o aviones de combate, al mismo tiempo que se crearían sentimientos de culpabilidad en las niñas que experimenten el inconfesable deseo de jugar con muñecas.

Si lo que pretenden los educadores es cambiar las mentes, salvo que apliquen drásticos métodos pavlovianos, al estilo de La naranja mecánica de Burgess/Kubrick, no lo lograrán. Pero en cambio, la indiferencia e incluso la ingenua aprobación que acostumbran a suscitar iniciativas de este tipo, les permite siempre dar un paso más en su labor sorda y constante de arrinconar cualquier manifestación de crítica al papanatismo políticamente correcto.

Una sociedad que pretende ignorar la existencia del componente agresivo de la naturaleza humana (en lugar de canalizarlo) o reducir el instinto maternal a mero rol cultural, acabará estrellándose tarde o temprano con la realidad.

Las “anacrónicas guerras culturales” emprendidas por Zapatero (según la expresión de The Economist) no serían posibles sin el trabajo previo de esa guerrilla cultural cotidiana e infatigable, llevada a cabo por una nutrida mayoría de educadores y comunicadores, cuya fuerza reside efectivamente en que no suele encontrar contestación, por su propia naturaleza engañosamente inofensiva. Es cediendo día a día ante las memeces y ocurrencias del seudoprogresismo como una sociedad termina por tener el gobierno que se merece.

martes, 27 de noviembre de 2007

Campaña de intimidación contra Pío Moa

Santiago Carrillo Paracuellos puede impartir lecciones de ética desde tertulias radiofónicas, pero Pío Moa no puede continuar escribiendo sobre la guerra civil y el período franquista. Esta es la particular concepción de la libertad que manifiestan los comunistas. Suma y sigue.

Elentir acaba de crear un banner de réplica a la campaña de IU. Como lector agradecido de los apasionantes libros de Moa, no puedo menos que añadirlo a mi blog.

domingo, 25 de noviembre de 2007

La Resistencia AntiZP


Aún no lo tengo en las manos y ya estoy recomendando este nuevo libro debido a la iniciativa inestimable de Persio. ¿Será porque soy uno de los colaboradores? Qué vaaaa... En fin, para todos aquellos que estáis deseando adquirirlo, podéis hacerlo aquí. El título desde luego promete.

sábado, 24 de noviembre de 2007

Zetadistancia

Cuando oigo hablar a alguien a favor de todas las víctimas del terrorismo, poniendo énfasis en lo de “todas”, se me revuelve el estómago. Ya se sabe a qué “víctimas” olvidadas se refieren los nacionalistas: a los asesinos que cumplen penas de cárcel por sus crímenes. Se pretende sugerir de esta forma que los etarras también sufren, que no son ellos los culpables últimos de los asesinatos, extorsiones, estragos y amenazas que practican. Que existe un legítimo problema político que impide a esos delincuentes dedicarse a ser honrados trabajadores, como los que dicen defender, y que es la causa última de su desprecio por la vida y la propiedad ajenas.

Hoy he escuchado a la vicepresidenta del gobierno, Fernández de la Vega, hablar también del respeto a todas las víctimas. Inmediatamente ha precisado que se refería a las que no están encuadradas en la AVT, como si la manifestación de hoy postergara a las no afiliadas a esta asociación. Al parecer, debe haber algunas víctimas que están a favor de la negociación con ETA y de la presencia de sus pantallas políticas en el parlamento y los ayuntamientos vascos. Espero entonces que el gobierno se desmarque de la próxima manifestación del lobby gay, con el pretexto de que no representa a todos los homosexuales. Lo cual desde luego sería mucho más verosímil que lo anterior.

Por descontado, más que su sentido, lo que me ha repugnado ha sido la coincidencia de las palabras de la ministra con las usadas por los nacionalistas, incluidos los cómplices más directos de ETA. Aunque no dejaría de ser imperdonable, se trata de algo más que un desliz. Responde al proyecto básico de Zapatero de pinza contra la oposición, es decir, de presentar a ésta como un extremismo simétrico y no menos deplorable que el terrorismo nacionalista, decantándose sin embargo por el diálogo con este último y no retrocediendo ante las más miserables maniobras para excluir a las víctimas, como si no fuera suficiente vileza esa proclamación de equidistancia.

El mismo guión se reproduce a escala internacional. Vale la pena analizar un fragmento paradigmático del documento titulado “Alianza de civilizaciones” (noviembre de 2005), accesible en la web de Exteriores, donde se describe el “muro de incomprensión” entre el Islam y Occidente con los siguientes términos (las negritas son mías):

“En Occidente se manifiestan hoy entre diversos sectores crecientes sentimientos de rechazo de los valores árabes e islámicos, percibidos por muchos como intransigentes y como una amenaza para su modo de vida. Más preocupante todavía es la asociación que a veces se realiza por algunos entre dichos valores y las prácticas violentas, o incluso el terrorismo. Paralelamente, en el mundo árabe e islámico se reafirman con vigor los símbolos propios de indentidad, a la vez que se difunde una imagen distorsionada de un Occidente agresor (por la frecuente disposición a hacer uso de la superioridad militar), discriminador (en la aplicación de la legalidad internacional), e insensible ante sus justas reivindicaciones políticas (por ejemplo, en el caso de Palestina).”

Tenemos aquí la equidistancia (zetadistancia, cabría denominarla) en estado puro. Por un lado se nos dice que el verdadero problema no es el terrorismo o la ausencia de democracia en los países musulmanes, sino la percepción subjetiva que los occidentales podemos tener del mundo islámico. Y cuando con engañosa ecuanimidad se hace ver que también se critica a este último, obsérvese con qué delicadeza se alude a sus “símbolos propios de identidad”, y cómo al mismo tiempo que se finge lamentar la “imagen distorsionada” de nuestra cultura, enumeran una serie de razones por las cuales, cualquiera que no conociera nada más del asunto, llegaría a la conclusión de que es poco lo que se diga contra un Occidente tan malvado.

Dicho de otro modo, primero se reparte la culpabilidad de los enemigos de la libertad con sus denunciadores, como si eso fuera de por sí una prueba de objetividad, para sibilinamente acabar desplazándola por entero sobre los últimos. So capa de imparcialidad, lo que de hecho pretende la zetadistancia es invertir nuestra percepción de la realidad, y presentar a aquéllos que se resisten al terrorismo y al totalitarismo como los auténticos malos de la película. Con ello consiguen demonizar al adversario, al mismo tiempo que halagan las ansias de paz de la gente, que en su mayoría prefiere creer a los que pintan un plácido mundo color de rosa, al alcance de la mano sólo con que se aclaren ciertos malentendidos, que no a quienes les muestran la dura realidad, apelando así a esa autoexigencia que distingue a los ovinos de los hombres libres.

Esta maniobra es tan grosera que sólo puede triunfar si se aplica brutalmente. De ahí los desorbitados calificativos (“intereses oscuros”, “maldad infinita” etc, etc) que desde el partido en el poder escuchamos un día sí y el otro también contra los dirigentes del Partido Popular, y que nos recuerdan por su desvergüenza y su violencia latente al lenguaje de los fascismos. Sólo por ello, creo que hay que decir claramente que el próximo 9 de marzo sólo existe una opción sensata. Por mucho que la tibieza, las incoherencias y los complejos del PP nos exasperen con frecuencia, en una situación de emergencia como la actual la prioridad debe ser desbancar del poder al actual ocupante de La Moncloa.

viernes, 23 de noviembre de 2007

Chocante alianza

El mayor peligro que corre hoy Europa es la islamización, debida a la nula integración de la inmigración musulmana en nuestra cultura y nuestro sistema democrático. A este proceso contribuye sin duda la difusión de esa ideología evanescente que se conoce como buenismo, es decir, la concepción de que no existen verdaderos problemas que no se deriven de la mutua incomprensión. El sostener esta visión de las cosas conduce necesariamente, puesto que es imposible negar que existen conflictos, a culpar de éstos a quienes discrepan de ella. Así, el problema no es que la mujer musulmana esté sometida al hombre, sino que quienes señalamos esa realidad somos islamófobos y racistas.

La Alianza de Civilizaciones de Zapatero, objeto sin duda merecido de toda clase de mofas, es una propuesta mucho menos inocente de lo que algunos pudieran pensar. Inspirada como es obvio en el título del famoso libro de Huntington, El choque de civilizaciones, viene a coincidir, posiblemente sin saberlo, con una de las tesis principales de éste, y es que no tendría sentido hablar de unos valores universales, sino que sólo podemos referirnos al sistema de valores occidental, islámico, chino, hindú, etc. La diferencia es que Huntington fundamenta en ello una oposición radical al multiculturalismo (si todas las civilizaciones defienden orgullosamente su identidad: ¿por qué Occidente debe ser la excepción?), mientras que Zapatero llega a la conclusión opuesta: Debemos respetar incluso a aquellas culturas que no respetan la nuestra. En realidad, la cultura occidental es la única que no sólo puede ser criticada, sino que debe serlo, y además es la culpable de todos los males.

No incidiré en la defectuosa lógica del actual jefe de gobierno. La cuestión fundamental es que la tesis de partida me parece insostenible y contraria tanto a la evidencia científica como al mero sentido común. Los seres humanos compartimos todos el mismo código genético, con una tasa de variación irrelevante. Cualquier hombre o mujer de cualquier lugar del globo preferirá el bienestar a la pobreza, la libertad a la servidumbre, pagar menos impuestos a pagar más, etc. Curiosamente, el pesimismo de Huntington -en la línea de La decadencia de Occidente de Spengler- resurge en el momento histórico en el que la globalización se ha convertido en un fenómeno palpable, que percibimos a cada instante a través de la pantalla del ordenador o de las estanterías del supermercado. Huntington, al contrario de lo que creen quienes no le han leído, no es un imperialista: es un nacionalista, que defiende unos Estados Unidos mucho más cerrados en sí mismos.

Porque el nacionalismo es, al igual que el islamismo, otra forma de reacción contra la globalización. En España padecemos ambos problemas, lo que lleva al agravamiento del principal. La balcanización de nuestro país sólo conduciría a la aceleración del proceso de islamización. Los que están obsesionados con sus identidades liliputienses, trabajan en realidad a favor de aquellos que subordinan todo sentimiento nacional al de pertenencia a la comunidad religiosa. Pero su ceguera es tal, que con tal de borrar el castellano de todos los ámbitos posibles, son capaces de dar preferencia al árabe o al bereber.

Necesitamos más personas valientes como Xavier García Albiol, que se opone rotundamente a la construcción de una mezquita en suelo público en Badalona. Pocos políticos conozco que se atrevan a hablar sin miedo de estos temas. La mayoría, al igual que ocurre con el problema lingüístico en Cataluña, prefieren fingir que no hay tal problema, pintar bucólicos paisajes de convivencia y hablar de lo pacífico que es el Islam y de que todos nos queremos y somos muy simpáticos. Pero tarde o temprano hay que enfrentarse a la realidad.

miércoles, 21 de noviembre de 2007

Volvamos al trueque

“… Fomentar dinámicas alternativas al modelo de consumo actual, cambiar el concepto de valor monetario por el valor utilitario de los objetos… ahorrar recursos… cubrir necesidades sociales y fomentar las relaciones sociales y de vecindad.”

Así enumera sus objetivos la web de intercambio no monetario de objetos DonoCanvioNecessito del Ayuntamiento de Reus (Tarragona), cuya existencia descubría esta mañana escuchando a Frederic Recasens, en COPE Tarragona. Por supuesto, la traducción es mía, no vaya nadie a pensar que los castellanohablantes tienen algún derecho a intercambiar algo, navegar por la web municipal o tener información sobre cualquier aspecto que les interese o les afecte.

Hace unos días visité la encantadora ciudad italiana de Merano, en el Tirol del Sur. Me llamó la atención el civilizado bilingüismo alemán-italiano que se aplica sistemáticamente en el callejero, en las señalizaciones viarias, en los establecimientos públicos y privados, etc. Y luego en Cataluña presumimos de nuestro modelo de convivencia lingüística. El provincianismo es muy atrevido.

Pero me desvío del tema. Paso por alto la cuestión de que la administración gaste el dinero de los contribuyentes en la promoción de redes de comunicación social. Yo había pensado, ingenuamente, que para eso no se requiere la intermediación de ninguna burocracia; que bastaban, por ejemplo, algunas de las millones de webs privadas que existen.

Tampoco quiero detenerme en el hecho de que ese gasto se lleve a cabo al mismo tiempo que se hacen cantos al ahorro y la ecología, aunque sería un digno tema de reflexión si el dispendio en autobombo publicitario de las políticas medioambientales se compensa con la efectividad real de éstas.

A mí lo que de verdad me ha conmovido es eso de cambiar el valor monetario por el utilitario. Resulta que la utilidad de las cosas es algo que no se puede medir con el vil metal. Que en el Neolítico lo hacían mucho mejor que nosotros. ¡Qué tiempos aquéllos, en los que unas cabezas de ganado podían intercambiarse por trigo o aceite, sin moneda acuñada de por medio! Hombre, muy cómodo no es que fuese, pero desde luego lo que no había era atracos a sucursales bancarias. Así que ya sabemos en qué consiste el progreso. Volvamos hacia atrás, hacia esa Edad de Oro en que todo el mundo era feliz, salvo breves interrupciones por epidemias, hambrunas, plagas, guerras, esclavitud y catástrofes naturales. ¿Y lo sostenibles que eran esas edades?

Lo de menos casi es que en el Ayuntamiento de Reus gobierne el mismo tripartito de izquierdas que en la Generalitat. No me sorprendería que lo imitasen administraciones de todos los colores. La estupidez es contagiosa, tanto como persistentes son ciertas nociones económicas medievales. O neolíticas.

lunes, 19 de noviembre de 2007

Los dos ejes ideológicos

¿Cuántas veces hemos oído aquello de que izquierda y derecha son expresiones caducas, superadas, que ya no tienen sentido? Se trata de una cantinela que se escucha y se lee (a pesar de la escasa convicción que inspira) desde al menos los años treinta. Es digno de nota que fuera en esa década precisamente cuando estallara la guerra civil española, uno de los enfrentamientos más cruentos entre derecha e izquierda; no entre fascismo y democracia, como creen todavía muchos analfabetos funcionales, y siguen propagando historiadores ávidos de ascenso en el establishment seudoprogresista. Ya empezada la guerra, Ortega, que no siempre mantuvo el nivel, soltó el exabrupto de que ser de izquierdas o de derechas era "una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser imbécil". Se comprende que en medio de un conflicto fraticida, uno llegue a desesperar de la condición racional del ser humano. Pero no se nos oculta el carácter de recurso fácil que supone echar mano de esas palabras, o parecidas que se oyen a menudo, del estilo de "huir de los extremos", y que no es más que una forma discreta de evadir tomas de posición con el fin de contentar a todo el mundo (o a nadie).

Ciertamente, tras la supuesta crisis de los conceptos de izquierda y derecha, existe también la honesta perplejidad que produce el que dentro de cada una de ambas categorías se englobe, como señala Steven Pinker "una sorprendente colección de creencias que, a primera vista, parece que nada tienen en común." Este autor se pregunta por qué los partidarios de la libertad económica no lo son tanto -habitualmente- de la libertad de costumbres, y viceversa; o por qué los primeros suelen ser más partidarios de una firme política de defensa, y los segundos es típico que adopten posiciones pacifistas. Pinker es un científico que ha fustigado implacablemente el pensamiento dominante en la izquierda, consistente en negar o minimizar las bases biológicas de nuestra conducta (cuyo reconocimiento es tachado de "darwinismo social" y cosas peores), la cual consideran mucho más determinada por la cultura. En su importantísimo libro La tabla rasa, no ha retrocedido ante el análisis de las consecuencias políticas de esta negación de la naturaleza humana, que conduce a errores tan graves como pensar que todos los problemas, tanto en el ámbito de la geopolítica como en el de la seguridad interior, pueden resolverse con diálogo y pedagogía. Es lo que llama, siguiendo a Thomas Sowell, la Visión Utópica, que se contrapone a la Visión Trágica. Esta última consiste en reconocer precisamente que todos los seres humanos contamos con una "dotación de serie" genética (por utilizar la expresión que aparece en otro libro suyo, Cómo funciona la mente), que implica insoslayables limitaciones tanto de nuestra capacidad cognoscitiva como del grado de virtud alcanzable, y que ignorarlo nos conduce a desastrosos experimentos sociales y a políticas suicidas. Según esta Visión Trágica,

"...la naturaleza humana no ha cambiado. Tradiciones como la religión, la familia, las costumbres sociales, los usos sexuales y las instituciones políticas son una síntesis de técnicas comprobadas con el tiempo que nos permiten funcionar ante las deficiencias de la naturaleza humana."

(Estas tradiciones equivalen aproximadamente a lo que Hayek se refería como "orden espontáneo" y coinciden hasta cierto punto con lo que algunos sociólogos denominan "capital social".) Pinker, a pesar de que algunas de sus posturas recuerdan a las del clásico seudoprogresista, no tiene empacho en admitir que los progresos en biología y otras disciplinas científicas vienen a dar la razón a esta concepción, frente a aquellos utopismos más o menos lights que creen poder cambiar o mejorar al ser humano haciendo tabla rasa de toda tradición.

Ahora bien, como habrán adivinado, la Visión Trágica y la Visión Utópica se corresponden con lo que en lenguaje llano decimos derecha e izquierda, respectivamente. Así planteada la cuestión, dejaría de parecer incoherente que se puedan defender las libertades individuales y al mismo tiempo el respeto a la tradición, el legado de las generaciones pasadas. El mismo sano escepticismo hacia la naturaleza humana que inspiran las medidas de limitación del poder estatal (los seres humanos no estamos hechos para concentrar excesivo poder) es el que nos lleva a valorar la importancia de la experiencia acumulada de la humanidad y a desconfiar de las propuestas racionalistas que pretenden partir de cero.

¿Es entonces el liberalismo de derechas? Ciertamente, lo que la izquierda entiende por liberalismo (cuando presume de él; si es para achacárselo a la derecha acostumbra a denominarlo "neoliberalismo") está más bien relacionado con su activismo en contra de la tradición, hábilmente presentado, cuando conviene, como una genuina inquietud por los derechos individuales. Por ello, la defensa del individuo suele estar hoy más atendida por la derecha, aunque sólo sea como reacción a concretas imposiciones de la izquierda, que ésta presenta como "liberadoras" de colectivos.

Pero salvo que violentemos el uso cotidiano del término "derecha", restringiéndolo a lo que nos gustaría que fuera su significado, es evidente que existe una derecha claramente no liberal, así como una derecha (la que tiene más peso) cuyo liberalismo es, por decirlo de algún modo, bastante tibio. Y también debe admitirse que la izquierda moderada jamás reniega explícitamente de su genealogía liberal, aunque sus políticas entren en contradicción con ella.

El eje izquierda-derecha, aunque lejos de estar superado, es claramente insuficiente si queremos situar las diferentes posiciones ideológicas. Hayek ya propuso un esquema bidimensional, concretamente en la forma de un triángulo en cuyos vértices se situarían liberalismo, conservadurismo y socialismo. Su idea era refutar la errónea concepción que situaría al liberalismo en el centro de dos extremos, de manera que lo más alejado del conservadurismo sería el socialismo, cuando en realidad el primero ha tendido históricamente a asimilar mucho del segundo. Más recientemente, David Boaz desarrolló la intuición de Hayek, en forma de un rombo con dos ejes, el liberal-autoritario en sentido vertical, y el socialdemócrata-conservador en sentido horizontal. Aunque sugestivo, creo que este esquema incurre en un error, y es que define los conceptos socialdemócrata y conservador mediante la distinción entre la libertad económica y la libertad personal, distinción cuya arbitrariedad reconoce el propio Boaz. En su lugar, y se me perdonará la inmodestia, propongo la imagen siguiente:




Como puede verse, en el eje de las abcisas (x) sitúo el mayor o menor grado de defensa del par de opuestos tradición/modernidad, en el sentido de la teoría de las dos visiones de Sowell/Pinker, mientras que en las ordenadas (y) situaríamos los dos extremos de la defensa del individuo y del colectivo. Si convenimos que donde se cruzan ambos ejes sea la coordenada (0, 0), podríamos definir como de derechas toda ideología que se sitúe en valores positivos de x, o sea, la mitad derecha de la gráfica, y de izquierdas los valores negativos (mitad izquierda). La mitad superior de la gráfica (valores y positivos) abarcaría posiciones más o menos liberales y la mitad inferior, más o menos autoritarias (y < style="font-style: italic;">x, y) equivale a una determinada posición ideológica, haya sido formulada o no por algún pensador. En cambio, si consideramos los tipos de sociedad o de regímenes realmente factibles, tiendo a creer que existe una función ideal f(x) = y que relacionaría el grado de tradicionalismo/modernismo con el grado de individualismo/colectivismo. Más concretamente, intuyo que los valores extremos (tanto positivos como negativos) dentro de la abcisa izquierda-derecha coinciden con valores bajos de y (autoritarismo elevado), lo que encaja bastante bien con lo que nos dice el sentido común.

Por supuesto, el grado de derechismo o izquierdismo, o de liberalismo y autoritarismo, es algo difícilmente cuantificable, pero no se trata de eso, sino de comprender las posiciones ideológicas por sus posiciones relativas en la gráfica. He aquí un ejemplo:



Excuso decirlo, las posiciones relativas en las que he colocado a estos dirigentes son perfectamente discutibles. Para no alargarme, me limitaré a aclarar el caso de Hitler o de Mussolini. Algunos se preguntarán por qué no los he situado en coordenadas mucho más a la derecha del gráfico. Debe notarse que los fascismos predicaban, al igual que la izquierda, un "hombre nuevo", y que en gran parte, la supuesta tradición pre-ilustrada a la que pretendían retornar era una construcción seudomítica -en realidad, típicamente moderna. Recordemos también las relaciones del movimiento artístico conocido como futurismo (el canto a la máquina, al deporte de masas, etc) con el fascismo italiano. Por otra parte también es cierto que tanto en el nazismo como en el movimiento de Mussolini había claros elementos tradicionalistas, como la defensa del papel de la mujer reducido al hogar, etc, que nos permiten situarlo dentro del cuadrante asignado a la derecha. Pero insisto, todo esto es discutible.

Propongo al lector que juegue a asignar sus propias coordenadas a los dirigentes aquí elegidos o a los que se le ocurran. Podrían surgir muchos debates interesantes.

sábado, 17 de noviembre de 2007

La prudencia de Zapatinos


Por si alguien pensaba que la actitud poco menos que servil del ministro Moratinos ante los exabruptos del déspota venezolano responde a una prudente defensa de nuestras relaciones comerciales. (Clic sobre el gráfico para ampliarlo.) Fuente, aquí.

En cuanto a nuestras inversiones netas en Venezuela, equivalen aproximadamente al 2 % de las realizadas en Estados Unidos (datos del 2006, aquí).

¿Comprende alguien ahora las prioridades en política exterior de este gobierno? Yo sí. Perfectamente.

jueves, 15 de noviembre de 2007

Blog atacado en Venezuela


El blog de Martha Colmenares, uno de los más activos en defensa de la libertad en Venezuela, ha sido pirateado, tal como nos ha informado la propia autora a los muchos que hemos contactado con ella, preocupados por la desaparición de su web. Hartos de ZPorky transcribe el mail recibido por él. Apuntándome a la propuesta de Unidad y Libertad, transcribo la entrada de Martha que pudo desencadenar el ataque informático (accesible también en Diario de América). Quizás ha publicado otras más demoledoras, pero parece que el tirano Chávez está fuera de sí por el soplamocos que le ha propinado el rey.

13/11/2007

¿Cómo acusar al Rey de un golpe que no ocurrió?

¿Qué pasó con la hombría de los venezolanos?
En vista de que Chávez acusa al Rey Juan Carlos de España de haber estado involucrado en el “golpe”, el video presentado por la organización Fuerza Solidaria, ha cobrado una gran relevancia, pues explica que no ha sido tal golpe, sino que el régimen de Hugo Chávez, invirtió una suma multibillonaria para promover esa tesis, y de esta manera encubrir la terrible masacre cometida el 11 de Abril del 2002.


Por Martha Colmenares

Además de aportar nuevos elementos sobre los acontecimientos en relación a la fecha, también anticipa la nueva masacre que prepara el oficialismo, con el fin de frenar las protestas en contra de la reforma constitucional.

Basado en la denuncia de los asesinatos cometidos viene a constituir el modus operandi permanente y sistemático del régimen y el cómo planificó con alevosía lo que realmente ocurrió.

Recomendado ampliamente a los lectores para su análisis, puede verse por este link directamente o en mi página web.

Explica a la comunidad nacional y muy especialmente a la comunidad internacional que, para el oficialismo, “la Revolución es un bien supremo, que está por encima de la vida de los venezolanos” y que, cada vez que el Régimen se ve presionado, recurre al asesinato –utilizando incluso grupos irregulares– como mecanismo de represión y de amedrentamiento.

Para justificar y encubrir sus crímenes, el oficialismo invariablemente alega que se defiende de un “golpe” orquestado por la oposición.

Llama la atención que mientras el video de Fuerza Solidaria recorre las redes de Internet y ha causado impacto en España y otros países, presentado en Blogs, y digitales, los medios de comunicación venezolanos insisten en vetar a la única asociación que está promoviendo una salida inteligente y eficiente a la crisis que vive Venezuela.

Y le dan cobertura a todas las organizaciones políticas que llaman a votar. A sabiendas que no existe la mínima garantía por parte del organismo electoral CNE. A sabiendas que se trata de un suicidio porque los resultados electorales van a respaldar lo que favorezca al régimen de Chávez. Si se vota por el NO A LA REFORMA, dará SI. Incluso hasta si se vota nulo.

Si el Rey Juan Carlos actuó como cualquier ser humano que le corre sangre en las venas y como un patriota que defiende a su país, ya es hora que los venezolanos actúen de la misma manera.

¿Qué pasó con la hombría de los venezolanos?

martes, 13 de noviembre de 2007

Inigualadas cotas de manipulación

Estamos asistiendo a un despliegue de propaganda gubernamental como no se había conocido antes en España. Lo significativo es que se pretende ocultar bajo campañas simultáneas acerca de los más variados temas, como ayudas al alquiler de vivienda, contra el fraude fiscal, a favor de la seguridad laboral, de difusión de Internet en el medio rural, contra el maltrato a la mujer, etc. Todas ellas machacando con la hipócrita coletilla "gobierno de España". Todas ellas perfectamente inútiles, además de gravosas para el erario público. ¿De verdad alguien cree que con incrementos del alquiler inmobiliario del 30 % (conozco casos) van a ser de gran ayuda las subvenciones ofrecidas? ¿O que los maltratadores se sentirán conmovidos por un anuncio televisivo?

Pero es que además de inoperantes, todas y cada una de ellas son invariablemente contraproducentes:

Las ayudas al alquiler estimulan su subida, es decir, como toda intervención en el mercado, consiguen el efecto contrario al pregonado.

Las medidas -aparentemente dignas de todos los elogios- en favor de las mujeres maltratadas están desviando la atención de lo que verdaderamente debería ser afrontado: Una reforma de nuestro sistema penitenciario por la cual los delitos más graves no se saldaran en la práctica con unos pocos años de prisión, recuperando el carácter disuasorio que constituye el único sentido de las penas. Me pregunto cuántas mujeres estarían ahora con vida si sus asesinos hubieran contado con la consecuencia de pasarse el resto de su vida entre rejas.

El fomento de la lectura, en lugar de ser favorecido por esos estúpidos anuncios basados en el eslogan "Si tú lees, ellos leen" (que a fin de cuentas no hacen más que admitir la responsabilidad de los padres: ¡para eso no hacía falta que derrocharan nuestros impuestos!), estaría mucho mejor servido si se dejara de intervenir en el precio de los libros, so capa de proteger al pequeño librero -y el consumidor, que somos todos, que se joda.

El recochineo, en fin, una vez se han malgastado de tan lamentable modo el dinero de nuestros bolsillos, es la moralina contra el fraude fiscal.

Quiero insistir en el carácter masivo de la actual actividad propagandística. Siempre he sido de la opinión que estas campañas supuestamente en favor de los jóvenes, de los ancianos, del medio ambiente, etc, son en el fondo todas una y la misma: En favor de nuestro paternal gobierno, sea del partido que sea. Pero nunca antes, que yo recuerde, había habido en vigor tantas de estas campañas al mismo tiempo. Y nunca antes su carácter progubernamental ("gobierno de España") había sido menos disimulado.

En este sentido, sí que sería de desear que fueran contraproducentes, que pese a su manifiesta intención de recabar apoyo hacia el partido socialista, consiguieran exactamente lo contrario: que buena parte de los ciudadanos acabasen asqueados de tanta manipulación.

domingo, 11 de noviembre de 2007

El libro de Aznar


El último libro de José María Aznar, Cartas a un joven español (Planeta), es un excelente breviario del ideario liberal-conservador. El ex presidente empieza distinguiendo el genuino concepto de la libertad de sus desviaciones, en lo que constituye uno de los hilos principales del libro:

"Pese a una opinión muy extendida -afirma-, convertida casi en un lugar común, considero que la libertad sólo es posible gracias a la tradición... La libertad es verdadera si va acompañada de principios y valores, aquello que consideramos bueno no porque simplemente queramos, sino porque nuestra razón así nos lo dice. Elegir libremente es elegir por alguna razón, por algún motivo del que debemos ser capaces de responder."

Aznar no comparte el precepto según el cual el único límite de la libertad es la interferencia con la libertad ajena. Cree que la libertad sólo tiene sentido dentro de unos principios y valores comunes, y que camina hacia la autodestrucción cuando se interpreta como poder hacer lo que nos da la gana, con la única limitación de dañar al prójimo. Me ha llamado la atención que el ex presidente rechace explícitamente esta definición de la libertad (pág. 14, 2º párrafo), formulada por John Stuart Mill -aunque Aznar no lo cita- en un pasaje clásico:

"La única finalidad por la cual el poder puede, con pleno derecho, ser ejercido sobre un miembro de una comunidad civilizada contra su voluntad, es evitar que perjudique a los demás. Su propio bien, físico o moral, no es justificación suficiente. Nadie puede ser obligado justificadamente a realizar o no realizar determinados actos, porque eso fuera mejor para él, porque le haría feliz, porque, en opinión de los demás, hacerlo sería más acertado o más justo." (Sobre la libertad, Alianza Ed., 1986, pág. 65).

La concepción milliana tiene quizás su precedente en el pensamiento de John Locke, quien afirmaba que en el estado de naturaleza la única finalidad del castigo era reparar el mal infligido a un tercero y disuadir la reincidencia. Pero al mismo tiempo definió claramente la libertad natural como estar libre de la arbitrariedad de otros, adoptando como norma la ley de la naturaleza. Es decir, estaba muy lejos de pensar que tuviera sentido la libertad como un estado de anomia, carente de normas, con la única limitación de las esferas individuales de autonomía.

La concepción de J. S. Mill nos obligaría, por ejemplo, a aceptar el velo islámico en las escuelas. En cambio, si partimos de la idea de que existen unas normas que deben ser iguales para todos, la interpretación de que permitir el velo representa un respeto a la libertad religiosa se revela como lo que es: Un uso espurio de la palabra libertad, que nos conduce en realidad a una sociedad basada en valores contrapuestos a ella. Las magistrales palabras que dedica Aznar al error de la tolerancia con los intolerantes, al relativismo y al multiculturalismo, van en esa dirección.

Muchos liberales, incluso compartiendo el fondo de la cuestión, hemos tendido, seguramente por mera inercia, a seguir dando por buenas esas palabras de Mill. Creo que hasta justo antes de leer el párrafo aludido de Aznar, yo las hubiera suscrito irreflexivamente. Es por tomas de postura como ésta, entre otras (como la solvente crítica a la justificación meramente utilitarista de la libertad económica) que estas Cartas a un joven español me parecen algo más que una obra divulgativa, en ellas Aznar se nos descubre como una persona que ha meditado seriamente sobre estas cuestiones y no se limita a instrumentalizar políticamente doctrinas ajenas (que por otro lado demuestra conocer bien, citando pertinentemente a muchos de los grandes clásicos del liberalismo) sino que tiene una posición propia sobre cada una de ellas.

Hay que decir que el nivel del brillante arranque inicial se mantiene a lo largo de todo el libro, que no tiene desperdicio. No escasean alusiones al desastroso gobierno actual, tanto más demoledoras cuanto que no se nombra ni una sola vez al de la sonrisita. Pero no es mi intención resumir su contenido. Lo que recomiendo vivamente es que se lea, que nadie caiga en el error de pensar que se trata de un producto editorial destinado a adornar las estanterías de los más peperos.

Querría sólo añadir un par de reflexiones.

En primer lugar: ¿Por qué una persona que demuestra estar en posesión de ideas tan claras, consistentes y elaboradas ha esperado a estar retirado de la política para dárnoslas a conocer? Se nos dirá que quizás prefirió que le conociéramos por sus actos, pero he aquí un error devastador de la derecha. ¿No afirma con Revel que lo que mueve el mundo son las ideas? Creo que a este país le hubiera ido mucho mejor si se hubiese hecho un esfuerzo bastante más serio por divulgar los principios en los que se basaron los gobiernos de las dos legislaturas de Aznar. Dudo que, de procederse así, el agit-prop socialista hubiera tenido tanto éxito, incluso en medio de las trágicas circunstancias de marzo del 2004.

En segundo lugar, no estaría de más que el Partido Popular, empezando por Mariano Rajoy, de algún modo hiciera formalmente suyo el libro de su presidente honorífico. Los liberal-conservadores que votamos al PP porque nos parece una opción menos mala que la abstención o el voto en blanco, tendríamos por fin una motivación positiva, la de prestar nuestro voto a una formación que al menos dice defender sin tapujos lo mismo que pensamos nosotros.

De fascistas e histriones, o un poco de televisión

Que un fascista como Hugo Chávez llame fascista a Aznar, deberíamos considerarlo como un honor para nuestro ex presidente. Que Zapatero lo defienda tampoco debe preocuparnos. No creo que la Fernández de la Vega o Blanco o el propio Zapatero tarden muchas horas en utilizar el episodio contra Aznar, acusándole de ingratitud por sus manifestaciones pasadas o futuras sobre el actual jefe del gobierno. Éste ni por un minuto ha dejado de recordar la distancia ideológica con su predecesor en el cargo, lo que nos tranquiliza enormemente, por si pudiera haber algún tipo de confusión al respecto. Eso sí, Chávez, además de un fascista, es un maleducado que no deja hablar: hasta el rey ha perdido la paciencia y le ha tenido que decir que se callase. Muchos hemos envidiado por ello más a Juan Carlos que cuando se pasea en su yate. ¡Qué suerte tener la ocasión de cerrarle la boca a tan insufrible energúmeno!

No faltarán ahora los oportunistas que, en la estela de la simpatía popular por la reacción del rey, se pondrán las medallas de antichavistas y hasta anticastristas de toda la vida, cosa que hasta el momento venían manteniendo con absoluta discreción. Anoche se pudo ver a Xavier Sardá, en una entrevista en "La noria" de Tele 5, hacer amagos histriónicos de quemar una fotografía de Chávez (al final no lo hizo). Después, con la eficiente colaboración de Jordi González, ha vuelto a sus gracietas habituales contra Acebes, no sea que el personal se acabe desorientando.

Sospecho que el enfriamiento de las relaciones con el régimen venezolano durará mucho menos que el desencuentro con la primera democracia del mundo, felizmente zanjado por Bush en su famoso discurso titulado "Hola, ¿cómo estás?". Sardá, siempre listo, ha sabido condensar en pocos minutos el previsible desarrollo de todo ello: Explotar lo suficiente el súbito ataque de dignidad nacional, pero ni un minuto más, para volver a las andadas lo antes posible contra Aznar, Bush y todos los enemigos de Chávez que, oh casualidad, resultan ser los mismos que los de Mr. Z. ¿Qué pareja no tiene sus discusiones? Puede que no hicieran ambos mal papel en "Escenas de matrimonio", esa serie que ha conquistado a los telespectadores derrochando buen gusto y exquisito lenguaje. Más o menos como el que impera en ciertas cumbres iberoamericanas.

viernes, 9 de noviembre de 2007

El socialismo ha de ser erradicado

No he seguido a Enrique de Diego con regularidad. Leí hará dos o tres años su brillante Los nuevos clérigos, y más tarde lo redescubrí en el estupendo programa de Intereconomía TV, "El gato al agua", al que me aficioné durante una temporada, pese a mis hábitos escasamente televisivos. Luego he sabido de sus decepcionantes posiciones gallardonianas en relación con las investigaciones del 11-M. Ello no obsta para que su último libro, El manifiesto de las clases medias (Ed. Rambla), me parezca un lúcido panfleto (en el mejor sentido del término), cuya lectura recomiendo encarecidamente.

Enrique de Diego caracteriza a las clases medias como aquellas que aspiran a vivir de su propio trabajo, contraponiéndolas a "las castas que han hecho del parasitismo fiscal su modo de vida". De Diego incluye dentro del concepto de clase media desde la mayor parte de los asalariados ("el proletariado nunca existió", llega a afirmar) hasta los pequeños empresarios, pasando por el funcionariado básico de lo que sería un Estado mínimo (policía, militares). En cuanto a los parásitos que pretenden vivir del presupuesto, se trata de un grupo no menos heterogéneo, que abarcaría desde la clase política hasta todos aquellos empresarios que han optado por arrimarse al poder político para enriquecerse, saltándose las reglas del mercado, y pasando por el mundillo de los artistas, ONGs, y demás vividores del cuento.

Las clases medias, para prosperar, necesitan de la libertad, el imperio de la ley, la justicia independiente, y de hecho habrían hecho mucho más por el triunfo de estos ideales que todas las disquisiciones de los teóricos. En cambio, las castas parasitarias, defensoras del Estado intervencionista, encuentran en el socialismo su gran coartada ideológica. "Ser de izquierdas -afirma De Diego- consiste en tratar de vivir del sudor de los otros".

Para ello, es indispensable "mantener a las clases medias amedrentadas. Frente a la evidencia de los beneficios de la libre iniciativa, el socialismo se aprestó a sostener de continuo la ética superior del intervencionismo". El éxito del socialismo sería impensable sin la interiorización por parte de la mesocracia del complejo de culpa y el autoodio, que se complementa con el discurso antioccidental.

¿Qué propone el autor para luchar contra el avance del socialismo? De Diego enumera al final doce medidas concretas, como son la abolición del impuesto progresivo, de la práctica totalidad de las subvenciones, la reducción del sector público, etc. En definitiva, el desmantelamiento del llamado Estado del Bienestar. Son todas ellas medidas radicales, con las que no puedo estar más de acuerdo, pero me pregunto si no sería más realista empezar por objetivos más modestos, más gradualistas. El autor parece rechazar este método. De hecho, critica las pequeñas reformas liberalizadoras emprendidas por la derecha como una forma de apuntalar a la socialdemocracia, cuyo núcleo no se pondría en cuestión. Algo de verdad tiene este juicio tan duro. Pero me recuerda a la crítica que hacían ciertos marxistas, en sentido contrario, según los cuales las medidas socialistas aplicadas sobre todo en Europa, aunque también en Estados Unidos, sólo servían para reforzar al capitalismo. Ambos análisis simétricos, aun cuando no enteramente infundados, me parecen esencialmente erróneos. Por un lado -y el libro de Enrique de Diego es una excelente exposición de ello- el intervencionismo estatal si algo ha conseguido a lo largo de las décadas es minar gravemente nuestra civilización basada en la libertad individual. Cada intromisión aparentemente benévola que el Estado añade a su interminable lista, nos aleja cada vez más del ideal de una sociedad libre. Por tanto, del mismo modo, cada medida aplicada en sentido contrario, por tímida que sea inicialmente, no deja de ser un freno a ese proceso. No lo detendrá por sí sola -no desde luego si no tiene una continuidad- pero la experiencia demuestra que a veces pequeñas reducciones de impuestos -por ejemplo- producen efectos notables, y sobre todo marcan el camino a seguir, introducen la duda en el pensamiento hegemónico antiliberal.

Eso sí, los pequeños pasos son erráticos si se pierde de vista el norte. El manifiesto de las clases medias es, sin discusión, una excelente brújula. Ya sabemos que la oposición no lo va a convertir mañana en su programa, desgraciadamente, pero lo importante por ahora -lo realista- es aprovechar su fuerza polémica, como ejemplifica la frase que he tomado prestada como título de esta entrada, para sacudir a estas clases medias de su sopor.

miércoles, 7 de noviembre de 2007

Seguid siendo libres


En la era de Internet, la radio sigue teniendo un fuerza superior a cualquier otro medio de comunicación. La televisión, Internet, la prensa de papel, no están pensadas para ser atendidas mientras uno se afeita, conduce o realiza muchas otras tareas. La radio, en cambio, equivale a aquel esclavo que iba leyendo a un atareado ciudadano romano, del que no se separaba, los libros que de otro modo no hubiera tenido tiempo de embaularse. Hoy la excentricidad de un rico se ha democratizado, nos la podemos permitir todos.

Naturalmente, al gobierno y sus lacayos no les gusta que escuchemos la COPE, ni que naveguemos por Red Liberal o Libertad Digital, o leamos El Mundo. Prácticamente la única libertad seria que queda en España se encarna en estos pocos medios de comunicación. No pueden prohibirlos o censurarlos directamente sin quitarse definitivamente la careta, pero es mucho lo que pueden hacer de manera taimada. Recordemos el caso de Antena 3 Radio, absorbida por la SER con la escandalosa aquiescencia del poder judicial, las presiones a la Conferencia Episcopal para que su emisora prescinda de Federico Jiménez Losantos (de plena actualidad), las regulaciones que pretenden extender a Internet el clima de miedo y autocensura que impera en casi todos los medios de comunicación tradicionales…

Desde la blogosfera estamos listos para dar la batalla. Os esperamos aquí, inquisidores.

jueves, 1 de noviembre de 2007

Peligro: nos defienden

No importa que la ministra de Agricultura, Elena Espinosa, sea licenciada en Ciencias Económicas y Empresariales. Al parecer, por encima de todo es socialista, lo que le lleva a padecer una inclinación compulsiva a reprender a las empresas alimentarias por subir precios. Por lo visto, las subidas no serían una consecuencia de la oferta y la demanda, sino de turbios intentos de "enriquecimiento" y "pactos de precios".

Cualquier empresario lo que desea es realizar muchas ventas. Lógicamente, lo hace con el fin de enriquecerse. Pero para ello debe ofrecer unos productos que o bien por su calidad, o bien por su precio, o ambas cosas, sean lo más atractivos posibles para los potenciales compradores. Fijando unos precios arbitrariamente altos, no sólo no se enriquecerá, sino que lo más normal es que acabe viéndose obligado a cerrar el negocio a causa de la lógica espantada de clientes.

Esto no funciona así, sin embargo, en el caso de los monopolios u oligopolios, en los que una empresa o un número reducido de ellas ha eliminado a la competencia, con lo cual los consumidores ven anulada o restringida su capacidad de elegir dónde adquirir determinados productos. Ahí teóricamente a mayores precios habrá mayor beneficio, con la única limitación del poder adquisitivo -o la resignación ante el abuso- que se atribuya a los consumidores.

¿Cómo pueden existir monopolios? Parece ser que la principal manera de impedir que en un determinado sector productivo se dé la natural situación de libre competencia, sin distorsiones, es que intervenga un poder coactivo, es decir, generalmente, el gobierno. Se comprenderá entonces por qué nos parece curioso que un miembro del gobierno critique al mercado por las subidas de precios. Es como si el lobo reprendiera la severidad del perro pastor con el rebaño, erigiéndose en defensor de las pobres ovejas. Por eso los conocimientos de economía no son problema para un socialista. Incluso los lobos más ilustrados no dejan de ser lobos.

Si no eres socialista no estás respetando la Constitución

No todos los titiriteros son iguales. No todos sostienen con una mano la pancarta contra Bush y Aznar mientras cobran la subvención con la otra. Los hay que incluso se arriesgan a perder su trabajo (¡crispadores!) con tal de no renunciar a su libertad de expresión. Un ejemplo admirable de esta actitud es la valiente actriz venezolana Fabiola Colmenares, que ha alertado sobre las consecuencias, tal vez irreversibles para la libertad, que tendrá la reforma constitucional de Hugo Chávez. Con ella se consagra la implantación de una dictadura socialista, en la cual, como dice Fabiola, "si no eres socialista no estás respetando la Constitución". Es decir, estarás fuera de la ley. Ved la entrevista que nos llega a través de Martha Colmenares, realizada por RCTV, la televisión a la que el dictador venezolano ha robado impunemente sus antenas, teniendo que emitir ahora por cable. Da gusto oír hablar (y ver también, por cierto) a una mujer con su bravura y su claridad de ideas. Tomad nota, bardemes.


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